“TERTULIA SIN
NAVAJA” O LO EFÍMERO COMO IRONÍA
-Alberto
Hernández-
1.-
Un catálogo de consejos. Una suma de
instrucciones escritas e ilustradas para inventar algún evento que dure muy
poco. Un legajo de ideas en las que Carlos Yusti arrima el hombro y sugiere a
quien quiera ser artista o poeta, o poeta y artista, crear pequeños mundos, revisiones
macro y microscópicas para que la imaginación siga su curso. O en el mejor de
los casos, no se deje gobernar por lo cotidiano, por el fastidio de una vida
sin futuro. Pero dirán los visitantes a esta extraña misión de un poeta como
Yusti: Si también se dedica a lo efímero, ¿cómo puede tener futuro algo que es
efímero o lo efímero mismo?
Y así, la ironía que, luego de trazos y
líneas, colores y volúmenes, se convierte en humor. Tan fino que se evapora,
una vez que se acaba la sonrisa o la carcajada. O la pose de espectador
inteligente. Como cualquier Pensador de Rodin.
Y entonces habrá que hablar de otras
cosas. O de las mismas, porque como todo cambia y queda ese mismo objeto o
imagen en el mismo lugar, habiendo estado en otros, no es necesario pensar que
nos movemos o que somos eternos.
Pues bien, deben olvidarse los que
visiten estos inventos que se trata de cosas que se borran, se queman, se echan
en el agua para que se disuelvan, entre otros procesos momentáneos, porque no
deben durar, pero que queden en la memoria efímera, también, de los curiosos
espectadores.
2.-
Somos efímeros. La vida es efímera. Por
eso inventamos, para quedar un rato más en la tierra. Y luego irnos al interior
de ella. O al crematorio a convertirnos en ceniza efímera, ya no tan “polvo
enamorado”, como dijo el otro en aquel siglo dorado.
Y como efímeros, consumimos lo efímero.
Relatamos lo efímero, poetizamos lo efímero, cantamos lo efímero, pintamos lo
efímero. ¿Cuánto dura un orgasmo? ¿Cuánto el momento de la muerte? ¿Cuánto la
carrera del libérrimo espermatozoide hacia el sortario óvulo?
Tan efímeros que tocamos fondo en un
cementerio. O en vida suelen algunos ser visitantes del señor Alzheimer. Tanta
cortedad vital complace a los gusanos, que también tienen poco aliento
cronológico.
La soledad es sólo un instante que
alargamos.
Y tan efímera es la vida que la muerte
no existe, porque también es tan corta que una vez muertos nos olvidamos de que
existíamos. O de que fuimos efímeros.
La memoria, ella, tan chocante, nos
conduce al olvido. ¡Qué ironía!
Después de todo, la ironía es una de
las maldades más hondas y también efímeras de la inteligencia, pequeño monstruo
este también temporal, porque se borra. Se aleja con el silencio, que suele ser
largo en algunos casos, pero siempre hay un ruido, un sonido que lo aleja y lo
hace imposible de eternidad. También sonidos y ruidos tienen su lugar para
dejar de oírse.
Sacará, en consecuencia, el lector de
este efímero texto, sus propias conclusiones.
De modo que somos efímeros para
enfrentar la muerte y sus circunstancias, aunque no hay cosa más estúpida que
morirse.
Y todo lo dicho para entrarle a algo
tan efímero como a “Tertulia sin navaja” (Catálogo apresurado de obras
conceptuales, instalaciones y arte efímero).
Es decir, estamos ante un trabajo con
dibujos y textos de Carlos Yusti en los que le sigue los pasos, según sus
palabras en el pórtico de su juego, a la obra Pomelo, de Yoko Ono, aparecido en
Tokio en 1964.
Se trata de un libro burla, de un
testamento que nos deja a la vista y en el resto de los sentidos, la sensación
de que Yusti no es partidario de mucho arte tradicional que se hace llamar
efímero.
Su voz así lo manifiesta:
“Me cansan esos artistas que
pretendiendo hacer obra efímera dejan rastros como videos y fotos de la misma
contraviniendo su base operativa y conceptual, la cual es crear una obra que
desaparezca sin dejar rastros”.
Quedan las instrucciones. Siga usted,
amigo lector, la ruta y anótese en el génesis de su aliento efímero. Y
corrobórese parte de un juego en el que seguramente será usted también parte de
un concepto, tan vital como efímero.
Tertulia Sin Navaja by Tarik1492 on Scribd
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Alberto Hernández
Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se
desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la
ciudad de Maracay, estado Aragua.
Fundador de la
revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía
de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras. Su obra literaria ha sido
reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el
Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.
Ha publicado los
poemarios La mofa del musgo (1980),
Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el
libro de cuentos Fragmentos de la misma
memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Recientemente ha publicado «Poética del
desatino» y «El sollozo absurdo».
Su blog es Alberto Hernández: textos, crónicas, su poesia y otros asuntos
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