Carlos Yusti
Un escritor que escribió de manera refinada sobre fracasados fue sin duda
Juan Carlos Onetti. En algunos de sus relatos y novelas hay una buena galería
de estos especímenes vapuleados por la circunstancia (y la mala racha) que van por
la vida como zombis a la espera de un nuevo proyecto y embarcarse en él para
fracasar de nuevo.
Escritores y artista forman parte de ese club exclusivo del fracaso, pero
al menos mucho de sus integrantes dejan una obra. En política los fracasos son
más rotundos, pero su estela es mucho más grotesca.
Un caso patético (por no decir dramático) es lo que le ha pasado a la
cúpula cívico-militar, también mencionada como chavismo-madurismo, que nos ha
desgobernado en estos últimos tiempos. En las recientes elecciones, del año en
curso 2024, ha recibido una derrota aplastante. Una humillación electoral con
un número de votantes extraordinaria. No ha sido derrotado el candidato del
gobierno, sino toda una cúpula; una manera de ejercer la política entre la
estafa, la inoperancia administrativa y el robo, sin mencionar el tráfico de
oro, de drogas, alimentos y pare de contar. Son para resumir una cúpula de
fracasados en mayúscula. Pero (ojo) fracasados sin magia, sin obra y sin
ninguna pizca de belleza. Unos fracasados horrendos que quieren seguir
disfrutando de las mieles del poder a toda costa y por esa razón practican un
feroz terrorismo de Estado. Además, hay que mencionar el hecho que disfrazados
de izquierdistas revolucionarios se han convertido en la estafa más biliosa de
la política en nuestro país. Fracasados y ladrones de cuello rojo han destruido
como nadie las instituciones convirtiéndose en unos fascistas de nuevo cuño.
De nuevo en la irrealidad de la literatura un fracasado ficticio sin
parangón es Don Quijote y no por casualidad Gregorio Morán escribe: “La sociedad no soporta el
fracaso; lo considera una enfermedad social. Y aquí volvemos al comienzo: el
arte, la literatura, se alimentan de algo que la sociedad desprecia, el
fracasado. Y desde hace muchos siglos, incluso antes de que se escribiera la
más hermosa epopeya del fracasado, que es el Quijote”.
Otro fracasado con brillo propio de la ficción literaria es el coronel de
la novela El coronel no tiene quien le
escriba de Gabriel García Márquez. El coronel, nunca se conoce su nombre,
es una especie de veterano de guerra que desde hace quince años está a la espera
de una pensión gubernamental, a la que tiene derecho por haber servido durante
la guerra civil, pero que nunca llega. En la extrema miseria transcurre la
existencia del coronel y su esposa. Cada uno, por su lado, busca la forma de
salir de ese abismo lleno de estrecheces y poco iluminada. Es una metáfora del
tiempo, de la soledad y la indefensión.
Ha dicho el escritor Enrique Vila-Matas "La literatura y el fracaso
son la misma cosa... El arte del fracaso es inherente a la práctica de la
literatura". Mi lista de amigos escritores que han mordido el polvo del
fracaso es larga (en la que me incluyo sin modestia), pero los prefiero a esos
politicastros de oficios cuyos fracasos rotundos son las desgracias sangrientas
de los pueblos.
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