jueves, 22 de agosto de 2019

LA ESCRITURA AFORÍSTICA EN VENEZUELA




Franklin Fernández

La escritura aforística se remonta muy atrás en el tiempo, al menos hasta Grecia, es decir; hasta los clásicos de la antigüedad (Heráclito, Parménides, Empédocles). Su tradición nos presenta una amplia gama de fórmulas expresivas, de géneros en los que el pensamiento se plasma con laconismo, minuciosidad y concisión. El linaje de los moralistas franceses sigue el rastro de sus antecesores helenos, con un extraordinario manojo de pensadores -Pascal, La Rochefoucauld, La Bruyère, Chamfort, Joubert- hasta llegar a E.M. Cioran (1911-1995) y Roger Munier (1923-2010). Legítimos herederos de la visión culta, irónica y desenfadada de sus predecesores; pero profundamente sensible, apegada a la condición humana.
En Latinoamérica destaca la obra del poeta italo-argentino Antonio Porchia (1885-1968). Un místico cuyo pensamiento fragmentario quedó registrado en un sólo libro: ‘Voces’. Con Porchia se revitalizó el género aforístico por su original estilo meditativo, contemplativo y espiritual: ‘Miles de soles lejanos no disipan la noche’. ‘El amor nace de dos amores y muere en uno’. ‘Reír de no reír, llorar de no llorar: ser de no ser’. Aforismos de extraordinaria belleza, pureza y vitalidad que hicieron comentar a Jorge Luis Borges en 1963: ‘Si Porchia fuera un escritor antiguo sería uno de los mejores poetas del mundo. Le ganaría a Heráclito en su terreno’.
Para el escritor José Balza, el discurso aforístico en Venezuela, comienza con el bibliófilo y lexicógrafo franciscano Juan Antonio Navarrete (1749-1814), cuya visión del mundo pareciera expresarla en su ya célebre ‘Arca de Letras y Teatro Universal (1783). Diario meticuloso (cuya aparición coincide con el año de nacimiento de Simón Bolívar), con anotaciones precisas y rigurosas en su deseo de abarcar todas las vertientes del conocimiento de nuestro país y del mundo: comentarios históricos, tratados religiosos, curiosidades científicas; astronómicas, geográficas, filosóficas, humanísticas, literarias, espirituales, en fin. ‘Sereno testigo de una realidad vibrante… El fraile apunta la vida, es decir, sus ideas…’, escribirá Balza. Y es que Navarrete resultó ser una especie de bibliotecario o archivero clandestino, solitario, intimista… cuya labor no fue más que la de apuntalar ‘axiomáticamente’ durante años, buena parte del saber diario de su tiempo. Navarrete acostumbró a rasguear por orden alfabético palabras definitorias que, en su conjunto; suelen adaptarse más a la forma de un diccionario. Palabras y conceptos que definen, describen, puntualizan, orientan, detallan. Su modelo de trabajo lo acerca más al ‘Diccionario del diablo’ de Ambrose Bierce (‘Devil’s Dictionary’, 1911), o al ‘Diccionario de Juguetería’ (1996), de Agustín Monreal. No en vano, el sentir moderado, meditativo y minucioso de Navarrete formaba parte de sus particulares vivencias: Saltar, brincar, danzar: todas estas palabras abren la inteligencia’.
Simón Bolívar (1783-1830) y Simón Rodríguez (1769-1854), fueron también
consumados pensadores, cuyas ideas arrastran arengas, frases y breves expresiones morales, sociales y políticas: ‘La mejor política es la rectitud’. ‘De lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso’. ‘Yo temo más la paz que la guerra’, razonará Bolívar. ‘Sensibilidad intelectual es facultad de pensar. Piensen los Americanos en su Revolución, y recojan los materiales de sus pensamientos’. ‘La terquedad pertenece al capricho, la firmeza es propia de la razón’. ‘El discurso debe ser aforístico: con los sabios debe hablarse por sentencias, porque, para ellos, las sentencias son palabras’, alegará Rodríguez.
A partir de 1893, en el ‘El Cojo Ilustrado’ se recogen una serie de ‘Pensamientos sueltos’, ‘Soliloquios’ y ‘Prosillas’ (verdaderas sentencias, máximas y aforismos), de J. M. Núñez de Cáceres (1822-1911), Eugenio Méndez y Mendoza (1857-1903) y Luis Lovera Castro. Este último enunciará: ‘La ignorancia voluntaria de la sociedad, como del individuo, es la más temible de las pestes’. J.M. Núñez de Cáceres aclarará: ‘La sabiduría, por grande que sea, siempre deja ver que es hermana menor de la ignorancia, a quién sin pensarlo obedece a cada instante’. Y Lovera Castro formulará: ‘Anticonciencia: dolernos del mal que hemos dejado de hacer’.
De Juan Antonio Navarrete a Luis Lovera Castro (cuyos aforismos publicó este último en 1913), transcurrieron 130 años. Y de Lovera Castro a Freddy Ñáñez, 106. Lo que nos da un total de 236 años de escritura aforística en Venezuela.¹
Así pues que, de Castro a Ñáñez, la aforística popular venezolana aparece tan rica, copiosa y variada como las anteriores, por lo que debemos enlazar una modesta pléyade de escritores venezolanos que han expresado a través de la escritura fragmentaria, todos los temas de la vida cotidiana, del pensamiento y de la emoción: José Antonio Ramos Sucre, Julio Garmendia, Juan Nuño, Ludovico Silva, María Jesús Silva, Lotty Ipinza, Alberto Hernández, Fernando Núñez Noda, Pedro Téllez, Reynaldo Pérez Só, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Gustavo Pereira, Juan Calzadilla, Chevige Guayke, Luis Alejandro Contreras, Arturo Gutiérrez Plaza, Azalea Quiñones, Juan Carlos Méndez Guédez, César Seco, José Balza, Víctor Guédez, Josu Landa, Luis Yslas Prado… y más recientemente, reitero, Freddy Ñáñez. Este último nacido en Petare, en 1976.
Es bueno destacar aquí que Rafael Cadenas, Jesús Enrique Barrios, Gabriel Jiménez Emán, Luis Yslas y Freddy Ñáñez, han renovado el discurso aforístico en Venezuela.
Ñáñez es poeta, titiritero y editor. Fue Ministro del Poder Popular para La Cultura en el año 2016. Y presidió durante varios años la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), de la Alcaldía de Caracas. Actualmente se desempeña como Presidente de Venezolana de Televisión. Entre sus libros de aforismos destacan tres compilaciones: ‘Del diario hastío, (2009-2012)’. Edición del Autor. Caracas, (2013); ‘Del diario hastío, (2013-2015)’. Edición del Autor. Caracas, (2016); y ‘Del diario hastío, (2009-2017)’. Ediciones Acirema. San Cristóbal, Edo. Táchira, (2017). Recopilados y ordenados por el mismo Ñáñez y prologados por Juan Antonio Calzadilla Arreaza y Luis Britto García, respectivamente.
Estos ‘Diarios’ son más que un conjunto de observaciones, esbozos, ocurrencias de los acontecimientos fortuitos o espontáneos que día a día Ñáñez supo aglutinar hasta constituir la sustancia de un libro. Reflexiones frescas que matizó sobre el papel con minucioso cuidado. Centrémonos, pues, en este último libro de Ñáñez (y en el que se recogen los dos tomos anteriores).
‘Del diario hastío, (2009-2017)’, es un volumen extenso, de 402 páginas. De color amarillo y formato tradicional. Hermoso, muy bien editado. Eso en cuanto a su estética. En cuanto a su contenido, los textos se imponen con inesperada soltura e inadvertida autoridad. Con un lenguaje pulcro. Ñáñez maneja con maestría tanto el lenguaje poético como el lenguaje filosófico, es decir; el lenguaje aforístico. Sus reflexiones no exigen una extremada penetración. Son fáciles de leer, porque su estructura verbal es pura y despojada. Hay madurez en su lenguaje. Hay expresividad en su lenguaje. Hay sensibilidad y ardor en su lenguaje. Hay presencia y sentimiento humano, porque por el fluctúan sus pasiones mundanas, sus guiños, sueños, visiones, convicciones, candilejas, miedos, temores, necesidades, rabias, angustias… en fin: su conocimiento del mundo y de la vida, su intuición de ser, su inteligencia inquisidora y espíritu desafiante: ‘Dios existe como fe, no como verdad’.
¿A qué se debe la fortuna de este libro singular y cuáles son sus méritos? En principio, en esta selección de aforismos de Freddy Ñáñez, se agrupan diversos modos del ‘pensar’ y del ‘sentir’. El afán de anotar mínimamente, se convierte aquí en un modesto espacio de meditación y reflexión. Un discurso que a manera de crítica ejerce una interpretación valorativa de su producción artística. Freddy Ñáñez pretende asomarse al mundo discretamente por la rendija del aforismo. Incluso por la hendidura de la prosa. La parte atractiva de este ‘Diario’ de Ñáñez, es que sirve para animar ese ejercicio de lectura y el acercamiento a cada fragmento nos permite contemplar también por el ojo de la puerta.
 Reitero que este libro trata temas generales, y en parte es autobiográfico. Sacan a la luz los temas centrales de su literatura (el tedio, el poema, el amor, la escritura, la soledad, la religión, la política, la humanidad, la muerte). ‘El aburrimiento es una investigación’, escribirá Cioran. Y es precisamente sobre esa idea del hastío, del tedio, del aburrimiento… que se encuentran algunas de las cualidades investigativas que fundamentan y sostienen intelectualmente la obra de Freddy Ñáñez: ‘Contra la voracidad del tiempo, cultivo la flor del tedio’. ‘El ritmo en la escritura es involuntario: es la expresión de tu fatiga’. ‘Pensar en algo exige dejar de pensar en algo’. Algunos plenos de un dolor tonificante o de un malestar irónico y hasta humorístico: ‘El problema no son los premios (sus aciertos, sus equívocos). El problema es la alfaguarización de los sentidos’. 
Y ya que nombramos a Cioran, hagamos una breve pausa para confrontar algunos de los textos de Ñáñez con la de otros escritores. ¿Con qué escritor o grupo de escritores vincularía sus textos? En principio, los relacionaría con las ‘Voces’ de Antonio Porchia (1885-1968). Escribe Freddy: ‘El reencuentro es un poco de eternidad’. Y Porchia: ‘El recuerdo es un poco de eternidad’. Por universos singulares, se accede a universos alternos. ‘Un pensamiento llena la eternidad’, escribirá William Blake. ‘El aforismo, la sentencia, son las formas de la eternidad’, aclarará Nietzche. Y Ñáñez: ‘La escritura es el arte de hablar con la eternidad’.
Vincular los aforismos de Ñáñez con los de E.M. Cioran (1911-1995) o Friedrich Nietzsche (1844-1900), no es un error. Cuando sus puntos de vista coinciden en lo oscuro y son en extremo crudos, avinagrados y excesivamente ácidos, no hay temor a errar o equivocarse. La ironía y la agudeza de Ñáñez lo aproximan a ambos autores. Ñáñez escribe: ‘Me informan que Carlos Andrés Pérez ha muerto de un infarto esta mañana. Sentí vergüenza: ¡los dictadores no pueden morir de muerte natural!’. ‘Ser hombre es impracticable’. ‘La algarabía de los adictos al luto. ¡El peor de los espectáculos!’. ‘Lo eterno de la eternidad: su funeral’. ‘Al poema no se llega por oficio sino por desesperación’. ‘En el cementerio, absorto ante una fosa. Pensé que miraba el abismo: en realidad posaba para él’. ‘Alegría: estado afirmativo de la incertidumbre’. ‘Tengo miedo de perder el miedo al fracaso’. Tono de pesimismo, pero que, al igual que en Cioran o en Nietzche, se nutre finalmente de cierto optimismo y vitalidad: ‘Todo lo que amamos está en riesgo’. ‘La vida es la lucha en sí: se necesita vigor hasta para rendirse’. ‘Luchamos a diario por un poco de autocompasión’. ‘Un problema verdadero no tiene solución. Luego no es un problema sino una existencia que persiste’. Y, finalmente, vincularía sus aforismos a los del maestro Juan Calzadilla (1931): ‘Cada quien carga con su punto de vista. Que lo lleve como una cruz o como una bomba de tiempo, eso es asunto suyo’. (Juan Calzadilla, Cara o Cruz. En: ‘Editor de Crepúsculos, máximas y mínimas’. Caracas, 2014).
La literatura fragmentaria es un sistema literario. Complejo, íntimo, vivencial. En lo personal, me gusta escribir a cuentagotas, sin tantos palabreos, como lo hicieron los grandes: Heráclito, Nietzsche, Cioran, Munier, Porchia. Amo profundamente ese pequeño fulgor que es el aforismo. A través del adagio logro armonizar la abundancia de cuanto anima mi espíritu. Cosa que no puedo lograr a través del poema en prosa.
A fin de cuentas, nuestro Freddy Ñáñez es uno de los grandes cultivadores del género en el país. Ha creado su propio lenguaje. Sus aforismos brillan con luz propia y poseen una intensidad pura.
El aforismo es un fulgor, dice Munier. ‘El fulgor del pensamiento’, el fulgor del instante. Ñáñez, sin duda alguna, escribe bajo el impulso del instante. Es su naturaleza. Porque el fulgor del instante es la necesidad misma del aforismo: ‘En la escritura fragmentaria hay tanta pletórica verbal como luz en los relámpagos: lo suficiente’.





¹. No incluyo en este inventario cronológico, la colección de cien aforismos filosóficos de los ‘Axiomata Caracensia’ de los que habla José Balza en su ensayo ‘El discurso aforístico’, con respecto a Antonio José Suárez de Urbina y de Francisco José Suárez de Urbina, y publicados ‘posiblemente’ entre 1758 y 1764. De sumarse esos cien aforismos a partir de 1758, estaríamos hablando de 261 años de escritura aforística en Venezuela.

Franklin Fernández. (Caracas, Venezuela, 1973). Licenciado en Artes Plásticas (2003), por el Instituto Armando Reverón (Iuesapar) actual Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), en Caracas. Promotor cultural, egresado del Taller de Poesía del Celarg (1999). Ha publicado los libros El Señor de Barcelona (Textos sobre la obra de Régulo Martínez, Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, 2017); Silabario del Incierto (entrevistas a Juan Calzadilla, Fundarte, Alcaldía de Caracas. Caracas, 2015); Trizas (aforismos, 1998-2015. Libros El Albur. España, 2015). Poemas-Objeto: Cuerpo y textura de la poesía (Poesía-objetual, 1998-2008. Fundación Editorial El Perro y La Rana, Caracas, 2011); La Imagen Doble (entrevistas a artistas plásticos y poetas hispanoamericanos, Fundación Editorial El Perro y La Rana, Ministerio de la Cultura. Caracas, 2006); Simples (aforismos, Fundación Editorial El Perro y La Rana, Ministerio de la Cultura. Caracas, 2006); La Escritura y tú (aforismos, Sistema Nacional de Imprentas, Estado Anzoátegui, 2010); Breves (aforismos, Editorial El Pez Soluble. Caracas, 2000). Su trabajo ha sido publicado en diversas revistas y diarios nacionales e internacionales. Recibió, entre otros, el III Premio de la II Bienal de Artes Plásticas PDVSA Oriente Museo de Arte Contemporáneo de Cumaná (2013); Luis Luksic en el Gran Salón Nacional Mauro Mejías (Barcelona, Anzoátegui, 2012); Rafael Fucho Tovar de la X Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez (Porlamar, isla de Margarita, 2009); Rita Valdivia del Primer Salón Oriental Galería Pedro Báez (Barcelona, Anzoátegui, 2008); y el Gran Premio VI Salón Regional de Jóvenes Artistas de la Galería de Arte del Consejo Legislativo (Barcelona, Anzoátegui, 2001). Participó en el Décimo Festival Mundial de Poesía celebrado en Caracas (2013). Ha trabajado como especialista en Gestión Cultural (Artes Plásticas), en el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, estado Anzoátegui. Como presidente ad honorem del Ateneo ‘Miguel Otero Silva’ de Barcelona (2010-2016). Actualmente se desempeña como operario de la Imprenta Regional del Estado Anzoátegui (Fundación Editorial El Perro y La Rana). CONTACTO: brossamadoz@gmail.com



miércoles, 21 de agosto de 2019

Biografías Portátiles/Pedro Téllez Pacheco



José Carlos De Nóbrega


Pedro Téllez/Foto: Yuri Valecillo
Pedro Téllez (Valencia, Venezuela, 1966). La obra ensayística de Pedro Téllez se solaza en la consideración sensual, objetual y conceptual del libro. Por supuesto, dista de una apología fetichista de la literatura, pues el oficio de los escritores de raza se sustenta, entre otras cosas, en su vinculación dialógica con las letras que lo anteceden y la vida misma que acarrea sus objetos voluptuosos, manjares y bebidas.

Por ejemplo, Añadir comento (1997), su primera entrega, representa una aproximación lúdica, desmitificada y humorística, si se quiere, a la literatura clásica que hace llevadera y digna la existencia de los hombres.

Fichas y remates (1988) es un ready made lingüístico que relaciona dinámica y dialécticamente los bares, los remates de libros a la intemperie y las bibliotecas personales; de modo que las ficheras, las putas, los comerciantes portugueses, los mesoneros y los lectores de a pie se muevan en espacios aparentemente contrapuestos, preñados de la peripatética e insensata consistencia del gran Imperio de la Utopía encarnado en la ciudad de Esquilda.

La Última Cena del Ensayo (2005) se nos antoja una transfiguración ensayística de los cuatro evangelios, por supuesto, configurada por un ateo en pos de una escurridiza ars poética del género que invoca y trastoca a Montaigne, Bacon, José Solanes y el padre Carías.

Un naipe en el camino de El Dorado (2007), además de la revisita a clásicos como San Juan de la Cruz, de explorar personalidades disímiles e inquietantes como las de Páez y el tirano Aguirre, introduce una preocupación sociológica y lúdica por instituciones como el Hospital Psiquiátrico y la Seguridad Social. Este volumen lo cierra una crónica de intrínseco tenor lírico: “La otra mitad”, la cual entronca la autobiografía con la prosa poética despojada de pretensiones esteticistas que, sin embargo, conmueve por una ternura poco común.

Hoy nos corresponde, de nuevo y por fortuna, referir a la comunidad lectora su más reciente colección de ensayos, Elogio en cursiva del libro de bolsillo (2007), bajo el sello amigo y alternativo de Ediciones Protagoni, c.a. de Luis García. Valga mi entusiasmo como lector y comentarista, nos parece que este título no sólo confirma la recapitulación obsesiva de los temas que siempre han ocupado a Pedro Téllez, amén del afilado instrumental de disección crítica y expresiva, sino también la evolución y consolidación de una de las voces más interesantes y comprometidas del momento literario en Venezuela.

El arranque que nos dice «Bestiario Doméstico» empalma con «La otra mitad», lo cual redunda en la estructuración contingente, poética y camaleónica de todos sus libros: El ensayista muta en entómologo, bibliotecario y reportero del mundo que lo embarga en sacudidas que colindan entre la revelación poética y el malabarismo intelectual que despotrica de los convencionalismos academicistas.

Las ratas que no leen pero sí orinan, defecan y habitan los bloques de la biblioteca, nos remiten al poema objeto –Lucas Cranach mediante- que es el ensayo homónimo de este libro: El libro de bolsillo desorganiza la biblioteca, selvatiza las lecturas, multiplica los lectores y pasa de mano en mano, de mujeres a hombres como pretexto de nuevos encuentros, la devolución y el comentario. En su venganza se acompaña de su “pareja”: el cuaderno de notas. El culto al libro como objeto y texto cobra suma vitalidad en un discurso harto amoroso.


No nos sorprende entonces la inmediatez y la oralidad picante de una conferencia como «Biblioteca Personal del Diablo», en el marco del ciclo de charlas “Septiembre Diabólico” del Grupo Li Po: Su texto vivo, afín a un espíritu sedicioso y charlatán, centra su desnudez en el cambio frenético de la vestimenta, desde el retruécano hasta la sátira y la carnavalización de su discurso: El Diablo se excita con los místicos del  Siglo de Oro español, con las traducciones del Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, y con la tercera redacción del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz y con la Séptima Morada de Santa Teresa. De manera que el texto ensayístico estriba en la impostura más cruel, pues no podemos acceder a la humanidad en el confortable y pío despropósito de los vendedores de indulgencias religiosas y políticas (no es casual que escritores de medio pelo le endosaron en el siglo XX los cuatro sonetos atribuidos a Miguel de Guevara, Ignacio de Loyola y la referida Santa Teresa).

«Conversaciones con Taxistas» que, al igual que la despiadada esencia objetual de Fichas y Remates, complace y se conduele del morbo de todo lector que se precie de serlo y vivirlo. Persiste la mirada entomológica que excede la del psiquiatra y el sociólogo, pues no sólo aprisiona los testimonios contra el papel como coleópteros clavados con chinches, sino clasifica a los taxistas además de incorporar categorías como “taxear” y “ruletear”. Incluso nos podríamos topar con un pastiche que involucra los géneros de la crónica urbana, el cuento breve o la fábula que troca en bestiario envilecido.

Otro de los hallazgos notables de este conjunto ensayístico es el fabuloso «Mapa Temporal del Ensayo en la Venezuela del Siglo XX». ¿Persiste entonces el tono entomológico o epidemiológico? Por fortuna, Téllez construye una cartografía crítica invaluable del género en el país nacional y contemporáneo que, junto al Paisaje del ensayo venezolano (1999) de Oscar Rodríguez Ortiz, han de tenerse en cuenta como aproximaciones que se oponen al clima insulso de las Universidades venezolanas, bonapartistas o no.

He aquí otro salto en la discontinuidad reticular de este elogio al libro en rústica:"Amistad y Sabiduría", homenaje que festeja a su padre, el Doctor Téllez Carrasco, y a sus amigos Humberto Giugni, Roman Prypchan y Rafael Carías. Se nos antoja que su discurso fue concebido en el laberinto de los sueños y las anécdotas familiares, tendido su autor al lado de la presencia inasible del Padre: el amigo es un espejo donde mirarse, y define a la amistad como una unidad de almas, que comparten virtud. Permítanos citar un texto anterior, «La última mitad», uno de los que más preferimos: «Mi padre vivió lo suficiente para que terminara tratándolo como a un hijo: de él heredé los bienes –que tardó años en acumular- y la profesión; los bienes los gasté en meses y todavía trabajo como psiquiatra».

Leer y revisitar este estupendo libro no es un desangrar del corazón, sino un abrazo fraternal y solidario con el lector de a pie. No nos queda duda, es uno de los mejores libros publicados en los últimos treinta años por los valencianos de San Simeón el estilita, San Desiderio o Rasputín el monje bonchón.

martes, 20 de agosto de 2019

Aforismos


ÑINGAS

Franklin Fernández
Fotografía/Yuri Valecillo

La prosa es el océano de las palabras. La poesía viene en oleadas de fuego.

*

No esperes mucho del mundo. Sus leyes no funcionan. Sé tú una ley viviente.

*

Soy un fanfarrón, y algo escucha mi habla.

*

Lo mediocre tiene apariencia de grandeza.

*

La voz perniciosa del silencio.

*

Concebir sólo las cosas al nombrarlas, y sucumbir ante ellas.

*

El sol es el símbolo del hombre. Todo ardor es digno de su mérito.

*

La noche es un enorme amasijo de estrellas. Me duermo, 

en efecto,  contemplándola.

*

Lo esencial surge, buscando otra salida. La única en realidad.

*
Fragilidad humana. La luz aplasta a un hombre que apenas respira.

*

Hay quienes creen aún en la profundidad de lo eterno.

*

Los pájaros vuelan hacia algo, van directamente hacia algo, 

huyendo del hombre.

*

No hay cosa que entristezca más, que la vida aplastada en su cumbre.

*

En lo alto de un precipicio, renuncié a todo. Cayendo hacia arriba.

*

Los aforismos nos aproximan a una concepción matemática 

del mundo: ‘menos es más’.

*

Hay algo de matematicidad en el aforismo. Cada adagio tiene su 

carácter, es casi un número.

*

Ser un defensor del tedio, bostezando en su fatiga.

*

La deflagración universal tiene forma de hongo.

*

La crueldad, el fanatismo, la intolerancia… incitan nuestros 

instintos de indolencia.

*
La serenidad es el murmullo de nuestra muerte.

*

No me escondo. Estoy quieto en mi ser.
*
Nunca inclinarse ante la decadencia.

*

Antes de machacar al insecto, no pensamos en su muerte. Tan sólo 

queremos deshacernos de él. En cambio, pensamos en nuestra 

muerte casi a diario.

*

Lo que me salva, se oculta en el hallazgo.

*

Pensar en lo que se piensa no es volver a pensarlo.

*

Que él se diga, en efecto, entre ese algo y cada palabra.

*
Abrazar también es un derribo.

*

El destello es la simpleza del adorno.

*
Si crees en quien te antecede, se agradecido en elogiar.

*
Toda relación amorosa llega a la pasividad de un escándalo.

*
En el bosque, todo lo que te acecha es efímero.

*
Cuando el ancla toca fondo, sus burbujas llegan a la superficie.

*
Todo sigue siendo invisible detrás de lo invisible.

*
Olvidar es la lejanía más cercana. Recordar es la lejanía más próxima.

*

Acudo a los libros en mis sueños.
*


Lo que me protege está en peligro de extinción.

*

Agua mansa se embravece. Sale por el cuerpo sucia.

*

Tiempos de insultos y no de diálogos, de gritos y no de escuchas. 

Vaya manera de pasar el tiempo.

*
Tú y yo, no existimos en lo efímero. Ambos lados se fugan.

*
Todo exilio es un escape al infierno.

*
Exiliarse es precisar el tormento de lo que se vive.

*
La noche determina la claridad del crepúsculo.

*
Antes de obrar, me acojo en el descanso.

*
Sobre un instante construyo todos mis instantes. Un instante es eterno.

*

¿Qué cierra una puerta al abrirse? Y cuando se cierra, ¿qué abre?

*

El poema es simetría o asimetría. El aforismo es instante geométrico.

*

Escribo para el porvenir. El presente no funciona.

*

La lluvia de esta tarde, dice sí a su caída. Viene a nuestro alcance.

*

El canto de la lluvia, por instantes, nos ahoga con sonidos de duelo.

*

La lluvia silenciada, adorna mi melancolía con pétalos de nieve.

*

Él dice, todo lo que ‘dice’ con fuerza. Pero está ausente en su habla.

*

Mi palabra se hace presente en la escritura. Teniéndome ahí.

*

La muerte viene, mucho antes de que suceda. Precede a mi palabra.

*

Cada quien, a partir de sí mismo, está ausente en su comparecencia. 

Y tal vez no haga falta.

*

La picadura de un insecto interrumpe mi habla.

*

Eso no es eso. Eso es lo ‘que es’, sólo por la palabra.

*

Lo invisible es un momento de pérdida. Presencia humana que se desvanece.

*

Despojado de todo, el hombre es más pacífico. Es un espíritu 

meciéndose hasta el alba.
*

‘Bosques de la memoria’. Fijar un momento de nuestra vida en el árbol.

*

Ellos se humanizan, pero son superados por algún insecto.

*

El hombre machaca lo que está en calma. Un insecto está en calma.

*

Si crees en quien te antecede, se agradecido en elogiar.

*

Me abruman los miles de millones de pensamientos transformados en 

dígitos, no en ideas.

*

Estoy hueco por dentro, para aprender a escribir hay que cavar hondo.

*

Sé fiel a ti mismo. Eres único. No habrá ningún otro.





Franklin Fernández es licenciado en artes plásticas, poeta experimental y promotor cultural. Ha publicado los libros El Señor de Barcelona. Textos sobre la obra de Régulo Martínez. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas (2017); Silabario del Incierto. Entrevistas a Juan Calzadilla. Fundarte, Alcaldía de Caracas (2015); Trizas. (Aforismos) Libros El Albur. España, (2015). Poemas-Objeto: Cuerpo y textura de la poesía. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, (2011); La Imagen Doble. Fundación Editorial El Perro y La Rana. Caracas, (2006); Simples. (Aforismos). Fundación Editorial El Perro y La Rana, Ministerio de la Cultura. Caracas, (2006); La Escritura y tú. (Aforismos). Sistema Nacional de Imprentas. Anzoátegui, (2010); Breves. (Aforismos). Editorial El Pez Soluble. Caracas, (2000).