jueves, 21 de junio de 2018

BIOGRAFÍAS PORTÁTILES (5): CARLOS YUSTI


BIOGRAFÍAS PORTÁTILES (5): CARLOS YUSTI/José Carlos De Nóbrega

Biografías Pórtatiles (5): Carlos Yusti está dedicada a este escritor, polemista y artista plástico nacido en Valencia, la de Venezuela, el año 1959. Yusti ha desarrollado una obra ensayística vigorosa y voluntarista que ennoblece, más allá de los convencionalismos, el panorama de la literatura regional y nacional. JCDN.
El escritor Carlos Yusti

Carlos Yusti (1959) es uno de nuestros más polémicos y, paradójicamente, simpáticos ensayistas. No en balde, su primer libro Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991), constituye un ensayo biográfico sin concesiones apologéticas que se aproxima con honestidad descarnada a José Rafael Pocaterra, un valioso escritor de esta ciudad que, encasillado por la crítica malsana en el realismo ramplón, desarrolló un discurso narrativo hiperrealista, enternecedor y satírico muy apegado a sus contradicciones de vida.

En sus inicios, Yusti fue cofundador de la revista Zikeh y el grupo literario Animales Krakers. Estableció una dupla sólida en la amistad y el arte con el fotógrafo Yuri Valecillo. Como lo delata su segundo libro Vírgenes necias (Predios, 1994), nuestro díscolo e inconformista amigo ha desarrollado una prosa crítica colindante con la aparente despreocupación formal (lo cual lo emparenta con el primer Alberto Moravia o el cine de Buñuel, por ejemplo), la virulencia polemista y el vitalismo como religión sin Dios ni espíritus edulcorados que ascienden en el desdén por la humanidad. Que nuestro autor nos perdone, pero además de la fluencia dialógica del escritor español Francisco Umbral en sus textos iniciales, se imposta y cuela el tono endurecido y controversial del filósofo Juan Nuño (éste a su vez se empapó del rumano Cioran), ello muy a pesar del texto a contracorriente que este áspero sobrino político le dedica en Vírgenes necias.

Edición especial de la publicación mexicana “Humo Sólido”, dedicada a Carlos Yusti (foto de Yuri Valecillo)

Carlos Yusti, en plena efervescencia de la militancia política en la Causa R de los 90 (la auténtica que fundó Alfredo Maneiro), se traslada a Guayana donde no sólo siguió escribiendo sus ensayos “desembraguetados”, sino también realizó diversas exposiciones artísticas, amén de formar su propia familia, eso sí, sin claudicar sus impulsos irreverentes muy picantes. Desde el lejano Sur del país, Yusti colaboró con las revistas Predios, La Tuna de Oro, Zona Tórrida y Auditorio, además de publicaciones electrónicas como Escaner Cultural, Ficción Breve, Venezuela Analítica y Letralia. Fundó y dirigió las revistas Fauna urbana y Fauna nocturna, además del portal web Arteliteral. Pedro Téllez lo ubica en su Mapa del Ensayo Venezolano, estupenda aproximación publicada por el CELARG en un libro sobre el siglo XX, haciendo hincapié en su incursión virtual en portales propios y prestados.

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Hemos tenido el privilegio placentero de reseñar y divulgar la obra escrita y plástica de Carlos Yusti en varias ocasiones. Por ejemplo, su trabajo ensayístico cuando nos tocó dar un curso en la Cátedra Ramos Sucre de la Universidad de Salamanca (noviembre de 2015); o reseñando libros como Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos (el perro y la rana, 2011) con el título “Carlos Yusti o el ensayo como puñetazo y arte” (en la revista Arte de leer, n° 7, 2011), y De ciertos peces voladores (Fondo Editorial Predios, 1997) con el título “Del morbo como tono, tino y desatino” (en la revista Predios, n° 13, septiembre 1997). Consideramos a Yusti no sólo como uno de nuestros mejores amigos, sino también en tanto hermano mayor literario. Aprovecho la ocasión para agradecerle mi consolidación como periodista y crítico cultural, pues me permitió publicar durante más de dos años mi columna “Salmos Compulsivos” en el diario El Venezolano de Ciudad Guayana. Por supuesto, no podemos obviar nuestro texto de clausura a la exposición “La Tapa del Frasco” (Museo Quinta La Isabela, Valencia, 2015), un inventario de poemas objetos con que obsequió a los espectadores en un espíritu lúdico y festivo.

Uno de los poemas objetos comestibles de la exposición

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Como crítico de artes plásticas, su libro Poéticas del ojo. Una mirada impertinente acerca de las artes visuales (1999-2008), publicado por el perro y la rana en 2011, nos resulta un incunable del género en el país que implica la sensibilidad y el arrojo expresivo del ensayista, amén de la empatía del artista plástico. Los textos dedicados a Michelena, Reverón, Régulo Pérez, Roger Herrera, Javier Téllez, El Bosco, Balthus, Cartier-Bresson, Basquiat o el muy amoroso dedicado a Diane Arbus, manifiestan su rechazo militante al academicismo para declarar sus convicciones estéticas en sintonía con la magia de lo visual que parte de la vida misma.


Ediciones del Perro y la Rana/Colección Armando Reverón/Serie Laberinto
/235 páginas
 

Lee este texto sobre los libros de artista de Carlos Yusti


Dentro de la metáfora (Fondo Editorial del Caribe, 2007) es uno de sus mejores volúmenes de ensayo, pues establece pasadizos y vasos comunicantes entre temas y autores disímiles en apariencia como Santiago Key-Ayala, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Argenis Rodríguez, el Índice de Libros Prohibidos, Juan Antonio Navarrete, Osvaldo Soriano y un sentido y celebratorio responso por la revista “Nanacinder” del Psiquiátrico de Bárbula. Es otro libro-objeto que se convierte en metáfora viva, tal como la describe magistralmente Paul Ricoeur en su libro homónimo.Un libro de ensayo que presenta peldaños, pasadizos y canales vinculantes entre diversos autores

Esperamos que este ejercicio biográfico que raya en el elogio a un amigo escritor, por demás merecido, sea un incentivo para que los lectores viejos revisiten sus libros, dibujos y pinturas, al igual que los lectores por venir se sientan reivindicados por su discurso estético, vitalista y, por qué no, cachondo en extremo.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC


jueves, 14 de junio de 2018

José Vicente Rangel su silencio frente a los nuevos verdugos


Libro que investiga las violaciones a los
derechos humanos en el país entre 1960 y 1970

José Vicente Rangel  su silencio frente a los nuevos verdugos
YURI VALECILLO
Sería difícil hablar de la defensa de los DDHH en el siglo XX  dejando de nombrar a José Vicente Rangel, enfrento al poder como abogado, periodista, candidato a la presidencia. La voz de José Vicente desde la tribuna, sus escritos, entrevistas, discursos, libros abrían los ojos, destapaban los oídos de aquellos que parecían no desear ver o escuchar que en Venezuela se violaban los derechos humanos. Pero los tiempos cambian y los hombres parecen cambiar con una velocidad desconocida, el poder y su ejercicio enmudecieron la palabra, callaron al antiguo diputado y puso la puma y la entrevista al servicio de quienes mandan.
En estos días de dolor cuando hasta el matraqueo de carreteras, el despotismo policial, la delincuencia y la inseguridad ciudadana. José Vicente se volvió una ficha del poder si de Maduro, de Diosdado, de Carreño. Las entrevistas del antiguo adalid de la defensa de los ciudadanos venezolanos, de los perseguidos políticos. Hoy esta al parecer en la Abyectocracia  y además esta cómodo, está en lo que parece ser su elemento, entrevista y escucha y se percibe en su lenguaje corporal cierto apoyo a su contraparte, ni una pregunta que perturbe al entrevistado.
Pocas veces vi algo tan perverso como el gobierno de Maduro, un gobierno con presos, con desaparecidos, con torturados, con carestía, con terror a los cuerpos policiales, conociendo la ineficacia de los administradores de justicia, sin culpables frente a la crisis y podíamos seguir una lista que haría ver a todos los gobiernos de la llamada cuarta república como niños de pecho. Voy viendo sus entrevistas dando espaldarazos al gobierno o haciendo mutis frente a los dueños del poder. Lo último que veo en los medios es la situación en que salieron de prisión dos hermanos, parecen hoy prisioneros de campos de concentración nazis en los años 40s del siglo pasado. Veamos: "Los policías se ponían en complot para que el preso que esta ahí nos hiciera daño, nos quitara la comida, pasábamos todo ese tiempo sin comer, no hacíamos las necesidades, no nos bañabamos casi. Señores recapaciten por favor", expresaba uno de los hermanos durante el video grabado mostrando quemaduras en las palmas de las manos, golpes y cicatrices. http://www.el-nacional.com/noticias/presos-politicos/hermanos-leon-ramirez-denunciaron-que-sufrieron-torturas-carcel_239793
Hubo también en Argentina intelectuales que apoyaron a la dictadura, su accionar, sus métodos o guardaron silencio, se pusieron de lado de los militares, de los servicios de inteligencia, del Plan Cóndor, Ernesto Sabato, Borges  fueron de esos que frente al poder doblaron la espalda y sonrieron sus fechorías, creo que el Jose Vicente Rangel no es diferente. Recordemos: https://www.semana.com/mundo/articulo/videla-borges-sabato-polemico-almuerzo/344161-3
La vida y sus dolores, la contemplación de los torturados, la risa del torturador y el silencio de hombres que creímos defenderían a quienes sufrían la tortura, la desaparición y la muerte. Claro no tomamos en cuenta algo si son  sus esbirros, el silencio de los que antes gritaban o exigían castigo a los verdugos, que ahora habitan su alma.
Notas a pie de página: En el INTT la vida de más de uno está por encima de lo ganado, nada ocurrirá, nada pasara aunque se diga, se informe se denuncie. Algunos sencillamente callaran la corrupción y solo serán cómplices de la misma.
Por cierto del Gallo Rojo símbolo de los militantes del PCV solo va quedando un pollo desplumado, silentes o retóricos, nada digno que comentar  en estos últimos meses. Judas vendió a su maestro por 30 monedas de plata. En política algunos se venden por granos de maíz. A quien milite en política, en el arte, o las letras fuera de Venezuela eviten regresar, no será difícil que no los metan en un mazmorra, en una tumba de piedra y acero y que además sus viejos amigos (apoyen a sus verdugos) / regresar no deja de ser digno, pero mejor ayuden a los suyos a la distancia. Volver al país es como regresar a un lugar donde la picana y el castigo no tienen opositores, o tienen muy pocos opositores, familia yo espero regresar en agosto, si me detienen no acudan a FUNDALATIN, tampoco a los Defensores del Pueblo que se asumen como amigos y guardarán silencio militante como guía de sus pasos. Acudan al Foro Penal Venezolano o a PROVEA.
 

sábado, 9 de junio de 2018

Una entrevista con Gabriel Jiménez Emán


Habitar en el limbo. Una entrevista con Gabriel Jiménez Emán

El limbo es un plano existencial difícil de definir. Según el Diccionario de la Real Academia Española, limbo es: “En la doctrina tradicional católica, lugar adonde irían las almas de quienes mueren sin el bautismo antes de tener uso de razón”. Y precisamente es allí donde habitan los patriarcas que nacieron antes que apareciera Jesús el redentor, ya que estos patriarcas aunque tenían uso de razón, no recibieron el cristiano bautismo por estar en una época remota.  Si hacemos fábula de los que habitan en el limbo, nos encontramos con personajes como Abraham, Moisés, El rey David, Job y otros profetas del antiguo testamento. Y sus narraciones o historias son fantásticas, elaboraciones sobrenaturales de un Dios que tiene un pueblo elegido al que castiga cuando no sigue su camino, pero también es benevolente si se arrepienten.

Algunos escritores afirman que tanto en la Biblia como en otras escrituras sagradas están los
antecedentes de la literatura fantástica y la ciencia ficción. Y es que el Apocalipsis de San Juan, último libro del nuevo testamento, se habla de los Cuatro Jinetes, que llevan peste y muerte al planeta, que luego de eso, los “impíos” caerán en el Hades y surgirá un nuevo mundo donde no habrá muerte. ¿Puede haber algo más fantástico?

Y así es la literatura de Gabriel Jiménez Emán, bizarra, quimérica, distópica, con escenarios de tiempos distantes y de personajes que parecen venir de  realidades alternas. Es en ese sentido que se puede equiparar la ficción mística de Jiménez Emán con los libros que se le atribuyen a los habitantes antiguos de las tierras de Canaán, los que hicieron que cayeran los muros de Jericó con la sola oración a Jehová como hizo Josué, que además hizo detener el Sol.

¿Qué dicen otros escritores venezolanos  de la literatura fantástica de Jiménez Emán?

Luis Britto Garcia: “Desde su primer libro y ya para siempre, Jiménez Emán se apunta con la transgresión: elegirá narrar sobre un mundo maravilloso, donde las reglas de la naturaleza o de la lógica son sustituidas por incesantes trampas, paradojas, reflejos”.

Carlos Yusti: “… me resultó un tipo transparente, locuaz que exudaba mucha literatura, leída y escrita, por todos los poros. A la postre lo tengo fichado como un entusiasta optimista del quehacer literario; un hombre que no sólo disfruta escribir, sino narrar y vivir a plenitud lo literario como un eterno y enmarañado cuento desovillado con claridad y elegancia… “.

Julián Márquez: “Se percibe con acierto en Jiménez Emán que la novela de formación no debe conducir necesariamente hacia la conquista del mundo feliz. Sin embargo, sí debe producir la transformación conductual de uno o varios de los personajes para contribuir con la intención, en cierta manera, pedagógica de la obra”

Ahora Gabriel reflexiona sobre la literatura de la que él hace gala y sin compasión le preguntamos:

–¿La ciencia ficción sigue siendo “la cenicienta” en la literatura?

–Cuando la ciencia ficción aparece en el escenario del siglo XX en los años cincuenta en Europa y Estados Unidos,  -aunque sabemos que tiene sus antecedentes en los utopistas del Renacimiento y en Cyrano de Bergerac– proviene de las historias orales de la literatura popular, de los comics, de las historietas, de las historias de ovnis en los periódicos, la televisión y la radio, de los platillos voladores, pero al comienzo no era tomada en cuenta como literatura seria, como literatura importante del canon occidental. Después poco a poco fue aceptada como literatura seria debido a su asociación con el cine fantástico de esos años, cuando se hicieron más visibles autores como Julio Verne y H.G Wells, los padres de la criatura cuyas obras fueron todas llevadas al cine. Después de ellos el género fue imparable. Luego comenzó a surgir otro tipo de ciencia ficción basada en las utopías, como es el caso Aldous Huxley, hasta que por fin llegó George Orwell y la consagró con una obra genial de utopía negativa, 1984, al cual se sumaron otros autores, y entonces eso fue imparable. Hay también el tipo de ciencia ficción que pudiéramos llamar de criaturas o androides, como son los casos de Mary Shelley con su Frankenstein, de Robert Louis Stevenson con Míster Hyde y de Meyrink con el Golem, donde los dilemas son más humanos, más filosóficos si se quiere. Pero la ciencia ficción es el único género de la literatura que le pertenece por completo al siglo XX; los demás ya eran modalidades o formas que ya existían como tales, pero la ciencia ficción propiamente dicha le pertenece al siglo xx por derecho propio, es de ese siglo porque se casó con la ciencia y con el auge tecnológico de esa época, con una especie de positivismo al revés, y entonces ya no puede ser considerada una cenicienta.

P–¿Te sientes más cómodo narrando en los predios de la literatura de anticipación?

–La verdad es que me siento más libre en la literatura fantástica pura, por así decirlo, porque la literatura de anticipación requiere de una investigación previa, requiere de una crítica muy profunda de la política, de la ideología y de la ciencia; de modo que es muy difícil innovar dentro de la literatura de anticipación si no te apropias de un mundo y lo desarrollas, le das tu toque personal a ese mundo, porque es muy difícil innovar después de Wells, de Orwell y Verne. Después surgieron autores en la ciencia ficción de países como Cuba, Ecuador, Colombia o Venezuela, y en países de Europa como Polonia, Austria o Suiza, que aportaron al género otros rasgos, también importantes.

–¿Cuáles son tus protocolos a la hora de escribir ciencia ficción y literatura fantástica?

–Primero, hay que separar el concepto particular del concepto general de lo que es o puede ser literatura fantástica, que es un concepto grande, amplio, derivado de la imaginación romántica, es un concepto extraordinario que privilegia a la imaginación en todas sus formas, donde caben el terror, la pasión, los fantasmas, el doble, pero sobre todo el  juego con la alteridad, con el miedo, con lo desconocido. Por eso es tan apasionante la literatura fantástica, porque te pone frente a los dilemas de la otredad, del  inconsciente, se separa de la literatura realista y abre otras posibilidades combinatorias para la sensibilidad y  el espíritu, que van más allá de lo visible, de lo tangible. Entonces la ciencia ficción vendría a ser otra rama de la literatura fantástica, por así decirlo.

–¿Cómo abordar las llamadas Narrativas Transmediáticas, los metarrelatos y la posverdad en la creación literaria actual?

–Esos son conceptos que surgen principalmente de la teoría académica de las comunicaciones en las universidades, y de otros surgidos en el seno periodismo literario, muchos de ellos válidos en el momento de ponderar los fenómenos a través de los cuales se transmiten los mensajes de la literatura de imaginación, principalmente porque los mismos medios toman parte de ese constructo literario y estético, como es el caso de la televisión, el cine y las redes sociales, el internet y los dispositivos digitales como teléfonos, ordenadores o tablets, que forman parte de la robotización posmoderna de la mente humana.

P–Conociendo lo prolífico de tu obra, da la impresión que siempre estás escribiendo y que no se agota tu pluma. ¿Alguna vez te has encontrado con el muro blanco?

–Lo que ocurre es que soy muy apasionado de lo que hago, me entusiasmo mucho con mis proyectos; pienso mucho en lo que voy a hacer, y luego que comienzo a realizarlo soy indetenible. Yo he estado muy pendiente del futuro, de lo que nos espera, a partir de mi novela Averno en el 2006, cuando nuestros países latinoamericanos son acechados fuertemente por fuerzas arrogantes, destructivas, que pretenden sustituir nuestra cultura popular, ancestral o tradicional por una serie de conceptos prestados de otras tradiciones, ajenas, extrañas a nosotros.

–¿Cómo usar la literatura para enfrentar el reto de las nueves redes sociales, la tecnología y la Big Data?

–La literatura se defiende sola porque la literatura debe ejercerse libremente, y cuando esto ocurre ella misma se encarga de deconstruir la realidad, es decir, la desarma y la vuelve armar, la presenta en sus variables más ricas y dinámicas, porque la realidad es cambiante, la realidad no se deja atrapar por un solo tipo de visión o por una postura o una teoría determinada. Tú ves cómo, por ejemplo, algunos medios pretenden manipular la realidad para sus propios intereses, haciendo un periodismo ideológico que responde a las ideas de sus propietarios, y entonces construyen realidades virtuales o posverdades, y entonces ahí llega la literatura y los pone en su sitio, les reclama que su visión es informar, no tergiversar. En todo caso, la literatura debe aprovechar ciertos espacios que le brinda la tecnología para emitir desde ahí sus mensajes, aun con todas las desventajas que ello pudiera comportar.

–¿Te parece que estos tiempos favorecen de manera indefectible al género de la ficción mínima o mejor llamada minificción?

–Sí, la minificción tiene mucha cabida ahora en los medios porque es una forma sintetizada entre el relato y el aforismo, entre la anécdota y el concepto, entre la ironía y el desparpajo. Antes la gente lo veía como un género fácil, cómodo, pero es más bien un género muy rico, híbrido, que toma elementos de la crónica, del periodismo, del cuento, del chiste, de la noticia, de la oralidad y de la picardía popular también, para tejer sus argumentos, y se adapta muy bien a los nuevos formatos electrónicos para esparcirse, para difundirse, y eso hay que aprovecharlo porque son medios rápidos, veloces. Lo cual desde luego no significa necesariamente que sean efectivos o válidos artísticamente, pero al menos ofrecen un menú distinto al del periodismo craso, al del periodismo noticioso o elemental.

–Sabiendo que eres un lector voraz, pero a la vez un empedernido cinéfilo, retomando un viejo debate… ¿Una imagen dice más que mil palabras?

–No. Una imagen no vale más que mil palabras, eso es un reduccionismo espantoso, una simplificación absurda. Una imagen es una imagen y tiene sus propios códigos de percepción y sus contextos de interpretación; en cambio la palabra tiene rasgos distintos a los de la imagen visual porque ella se encuentra cifrada en la escritura, está cifrada en un lenguaje previo que la antecede; por esa razón no podemos estar comparando a la palabra con una imagen visual directa, ni mucho menos con una imagen fotográfica o  cinematográfica, que también viene cifrada por una tradición cultural. Yo creo más bien que lo visual y lo escrito se complementan en el cine, por ejemplo, donde se conjugan, porque el del cine es un lenguaje muy complejo y  muy importante hoy día.

–¿Hay literatura que no hace crítica social? ¿Hay literatura que no refleja la realidad social?

–Lo que ocurre es que estos reflejos no son nunca directos en literatura. La literatura no puede ser directa porque sencillamente la objetividad total no existe; todo se encuentra en la mente del lector o en la mente del escritor, y entre ellos hay una comunicación privada o secreta que se establece en el momento de la lectura, dentro de la sensibilidad y la percepción de cada uno, que requiere de tiempo y de meditación. La literatura debería hacer meditar y reflexionar sobre lo que somos; tú tienes por ejemplo a grandes novelistas franceses como Balzac, Proust y Flaubert, que son los novelistas más grandes de su tiempo porque pintaron no solamente a la sociedad francesa, sino a la condición humana, mental, psíquica de su tiempo, con sus prejuicios, sus defectos, sus vicios, sus injusticias y sus esplendores y espantos; de modo que nada es tan real como parece, y ese es el papel de la literatura, del de revelar los espacios ignorados del ser humano y del ser social que otras disciplinas te niegan u ocultan.

–¿Los actuales formatos digitales atentan contra las novelas de larga extensión? ¿Cuál sería el reto de los nuevos narradores hoy? ¿Qué deben hacer los narradores experimentados ante el actual desafío de las nuevas tecnologías?

–Creo que no nos debemos preocupar mucho por esto en el momento de escribir. La escritura es como una marea mental, como una tendencia del intelecto o del espíritu que se libera de tu cuerpo y va a dar a la página escrita, ya sea en formato de papel o en formato electrónico, lo mismo da. El formato libro que tanto veneramos ya está cediendo un poco su paternidad, lo cual no es ni bueno ni malo, son dos opciones distintas para captar el mensaje de la obra; entonces la obra ya no es el libro con tapas y papel, la obra es su significado, lo que dice al lector en última instancia, y modifica parte de su ser, lo coloca frente a una realidad distinta. De modo que plantearse una guerra a muerte entre los formatos impresos o electrónicos para vaciar o percibir la obra es algo absurdo, creo yo, es algo que no nos conduce a ninguna parte.

— “Tenía dos opciones en ese momento: o se quedaba dormido para siempre o despertaba de una buena vez. Decidió lo segundo, abrió los ojos, apareció de nuevo el mundo y por eso estamos aquí”. ¿Ese final parece indicar que vamos a tener una continuación de Averno y Limbo? ¿Será una trilogía? ¿Ya está listo el tercer manuscrito de esa saga?

–Sí, estuve pensando un tiempo en escribir otra novela para completar la trilogía, pero luego me embarqué en otros proyectos y pospuse éste, pero algún día lo retomo. No me ha sido fácil elegir los temas y construir los personajes en este momento, porque la realidad va muy rápido ahora y las cosas cambian a una velocidad enorme, por lo cual he modificado varias veces los planes de la obra, pero confío en que algún día de estos lo voy a retomar; aunque a veces miro a mi alrededor y noto que ya estamos inmersos en un mundo de ciencia ficción que no vale la pena novelar, justamente porque vivimos sumergido en él, que ya el futuro nos alcanzó y no tenemos escapatoria.

–Otro viejo debate: Jiménez Emán es narrador, ensayista y poeta. Para muchos de nosotros es obvio catalogarte de narrador ante todo. ¿Es cierto que el narrador siempre querrá ser un poeta incluso narrando?

–Sí, estoy de acuerdo con lo que dices, uno es un poeta aunque no lo desee o no publique poesía todo el tiempo; pues si perdemos el horizonte de la poesía, no estamos haciendo nada en materia literaria y humana. La poesía es lo que nos mueve, es lo que nos da esperanza; la poesía no es escribir libros de versos o rimar sonetos solamente, la poesía es la estética y la filosofía que subyace en el espíritu de todo creador, de modo que estoy de acuerdo contigo, sin poesía no valemos nada, no somos nada.

–¿Cuáles son los últimos tres libros que has leído? Un comentario acerca de ellos.

–He estado releyendo a Federico Nietzsche, en Más allá del bien y del mal y estoy maravillado otra vez con ese libro por las duras verdades que dice acerca de la moral, la filosofía y la religión, de los prejuicios que hemos enfrentado por siglos en el momento de percibirnos como seres pensantes; es una obra que tiene mucha frescura en la escritura y dice las cosas con mucha osadía y claridad, y creo que bien se merece tenerlo como una filosofía para el futuro una vez más; es un libro muy vigente hoy. Otro libro que estuve leyendo el mes pasado fue Eureka de Edgar Allan Poe, un libro extraordinario porque es una mezcla de filosofía con esoterismo y ciencia, de religión y estética y sobre todo con metafísica; la verdad es que me interesa cada vez más la metafísica, y he estado muy volcado a leer escritores donde la metafísica está presente de cualquier modo, como es el caso de César Vallejo, y de un poeta de aquí de Coro como Elías David Curiel. Eureka fue el último libro que escribió Poe, quien es el primer gran poeta metafísico de Estados Unidos, un poeta que escribía cuentos de horror y cuentos sublimes rodeados de muerte, y extraordinarios ensayos. También otra escritora que me gusta es Mary Shelley, sobre la cual acabo de escribir un estudio sobre Frankenstein para mi editorial con motivo de los 200 años de esta obra, y ahora me estoy leyendo sus Cuentos góticos que son soberbios, y son anteriores a Poe. Creo que la importancia de Mary Shelley es innegable, es la gran escritora del romanticismo inglés, la fundadora de la ciencia ficción y una gran ensayista, editora, amante feminista y filósofa.

–¿Para qué necesitamos la literatura hoy? ¿Tiene futuro la literatura tal y como la conocemos hoy? ¿Si desaparece la literatura desaparece el ser humano?

–La literatura es en muchos sentidos la garante de la memoria sensible e intelectual de la humanidad, a su manera. Si no hay literatura no tenemos donde cotejarnos, donde vernos, donde hablar con nosotros mismos a través de otros, de nuestros prójimos y semejantes, donde valorar lo que hacemos en pro de los demás. La literatura es el pan de la verdad, de lo sublime y de lo terrible, de lo que nos subleva en esta vida; no es un simple adorno intelectual, una cosa de “autores”, sino algo esencial para mí. Si desaparece la literatura entonces ya no podremos dialogar con nadie, y mucho menos con nosotros mismos.  Las posibilidades de la palabra escrita son sencillamente infinitas.

Y culmina este maravilloso encuentro “con un suave hálito melancólico” como diría Ximena Hurtado Yarza sobre el entrevistado. Y es que el limbo es un sitio de melancolía, ese sitio que no es el infierno, pero tampoco el cielo, un sitio donde no hay sufrimiento, en el que no se sabe con certeza lo que sucede ni lo que se siente. Pero sí podemos especular sobre los que allí residen, esos personajes que han hecho historia con sus historias y de seguro Gabriel Jiménez Emán no dudará en entrar al cielo o preferir habitar en el limbo.

Reseña de Gabriel Jiménez Emán:

Nace en Caracas el 21 de junio de 1950. Narrador, poeta, antologista, ensayista, compilador, editor, docente y traductor, ha representado a Venezuela en escenarios tan variados como México, Estados Unidos, Francia, Grecia, Cuba, Suiza, España, Portugal, Argentina, Ecuador y República Dominicana. Su participación como conferencista en las ferias internacionales, así como en cátedras literarias como la Cátedra de Salamanca lo convierten sin duda alguna en un embajador cultural de nuestro país. Su obra también ha sido traducida a diversos idiomas y publicada por grandes editoriales, nacionales e internacionales. Entre sus libros destacados se encuentran: La isla del otro (Monte Ávila, 1979), Una fiesta memorable (Planeta, 1991), Sueños y guerras del Mariscal (Ediciones B, Bruguera, Caracas, 2007; Fondo Editorial Eugenio Espejo, Quito, Ecuador, 2010; Alba Bicentenario, Narrativa, Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba, 2012), Paisaje con ángel caído (Imaginaria, 2004), El hombre de los pies perdidos (Thule, España, 2005), La taberna de Vermeer y otras ficciones (Alfaguara, Caracas, 2005), Averno (El perro y la rana, 2007), Había una vez…101 fábulas posmodernas (Alfaguara, 2009), Limbo (El perro y la rana , 2016). Actualmente se desempeña como director de la revista Imagen y dirige Fábula Ediciones.

Ricardo Romero

TOMADO DEL DIARIO "ÚLTIMA NOTICIAS"

viernes, 8 de junio de 2018

Sergio Ramírez, el retratista de la épica a domicilio


Sergio Ramírez, el retratista de la épica a domicilio


Carlos YUSTI




Fotos de YURI VALECILLO

Al escritor nicaragüense Sergio Ramírez le he leído con cierta constante inconstancia. O sea,  con altibajos y en ocaciones con largos paréntesis. No por culpa de la escritura de Sergio Ramírez, sino por el aparatoso ritmo de lectura que he llevado, para salir un poco de la rutina que en ocasiones imponen los libros, sino pregunten al pobre Alonso Quijano, que tuvo que salir de su biblioteca para encontrar en la realidad, que le era adversa y para nada literaria, para experimentar la aventura de su vida más extraña, desaforada y fantástica que la leída en sus libros de caballería. Se sale de los libros para entrar en la metáfora de la vida la cual, como dijera el Adriano de Marguerite Yourcenar, te va enseñando los libros.

Leí de adolescente su novela ¿Te dio miedo la sangre?, editada por Monte Ávila Editores (la de la cuarta claro). Luego tuve noticias que su novela Castigo divino, se convirtió en éxito inesperado de la televisión. Luego leí su crónica sobre la travesía sandinista, Adiós Muchachos. Una utopía que cerro sin broche de oro, al parecer se robaron el broche, con una enorme corruptela que incluía piñata, brujería, persecución rastrera al poeta Ernesto Cardenal, incesto y un florido etcétera nada prístino y al final resultaron menos revolucionarios y más politicastros de oficio.

El premio Cervantes otorgado a Sergio Ramírez coincide con una Nicaragua envuelta en protestas, incendios y muertes no por casualidad en su discurso el premiado escribe: “Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad, “por la que se puede y debe aventurar la vida”, pues no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura, en mengua de sí misma cuando paga tributos al poder el que, cuando no es democrático, sólo quiere fidelidades incondicionales. Somos más bien testigos de cargo”.

Esa fidelidad a la imaginación, a las mentiras verdaderas de la literatura es lo que en definitiva me gusta de Sergio Ramírez. Ese no darle tregua, ni sosiego ni respiro  a la realidad por lo más cruda que se presente; ese no inclinarse ante el contrabando de sombras del poder y que ofrece felicidad al mayoreo cuando en realidad solo busca sacar su pedazo de pastal, contante y sonante, por servicios prestados.

En su libro Mentiras verdaderas escribe: “Las guerras, las hambrunas, las tragedias colectivas, los crímenes ocurren dentro de nuestras casas. Son sucesos domésticos, pertenecen a una épica a domicilio”. En unas páginas más adelantes de este libro utiliza un mueble, que hizo su abuelo materno, quien era un ebanista aficionado, como ejemplo para encarar el oficio de la escritura o como él lo escribe: “Para fabricar un mueble se parte de una idea de árbol, el árbol que se alza ante los vientos entre la abigarrada y oscura multitud del bosque. Es necesario elegir uno de ellos, apreciar su fuste, las rugosidades de su corteza, la extensión de sus raíces, la solemnidad de su estatura, la frondosidad de su ramaje y entonces, hay que cortarlo. Y después de cortarlo, aserrarlo en piezas, ensamblar esas piezas, darles una forma; cuidar que las junturas no dejen luces -entre juntura y juntura no puede pasar la luz-; y por fin tallar, lijar, pulir, barnizar. Nada sobrevive de aquella forma de árbol, pero es el árbol. Entre el árbol y el mueble, entre la materia del árbol y la transformación de la materia en un mueble, queda de por medio la apropiación de esa materia, apropiación que es el proceso de convertir la realidad en imaginación y la imaginación en lenguaje; un proceso que requerirá de diversas herramientas, como las del carpintero que era mi abuelo: plomada, escoplo, buril. Y rigor, disciplina, sentido de las proporciones, medidas de la estética, amor de la perfección…”

Detrás de ese afán de comparar el oficio de la escritura con el burdo trabajo artesanal (como lo hizo el poeta Eugenio Montejo al comparar la composición de un poema con la hechura del pan de la pequeña panadería familiar en la que creció) existe como una poética, hay como un recuperación de ese menudo trabajo manual que de alguna manera posee el trabajo con las palabras y que tiene muchos puntos de contactos con hacer el pan, construir un mueble u organizar todo el encofrado de madera, que era la responsabilidad de mi padre, para vaciar una placa de concreto. Todos estos trabajos llevan implícitos  constancia, disciplina, pero sobre todo un aprender cada día para alcanzar cierta maestría única e irrepetible sin otro truco que el trabajo implacable. Además con el trabajo con el lenguaje no hay otra manera, sino compromiso de artesanía esmerada y pasionaria.

Gioconda Belli
Husmear la vida vista por el ojo de la cerradura de lo literario es lo que hace un escritor y si es competente buscará darle a todo eso que mira cierto simbólica arte. Intentará hacer un retrato, con palabras, de lo humano desde la trinchera del lenguaje buscando enriquecer el mundo con sus ficciones tan verdaderas como mentirosas. Y creo que en el fondo eso ha tratado de hacer a través  de sus novelas Sergio Ramírez. No es casual que Gioconda Belli escriba: “A menudo he pensado que Sergio Ramírez es el Balzac de nuestra sociedad, un retratista implacable cuya brújula apunta siempre al meollo de la condición humana y por lo mismo no es ajena ni a la soledad del monstruo, ni a los cristales cortantes del azúcar”.

Los muebles escritos por Sergio Ramírez tiene ese toque vigoroso de la perfección, de esa perfección que busca que el lenguaje no tenga fisuras y que entre juntura y juntura deje pasar sólo la luz inquieta e implacable de la imaginación.