domingo, 31 de julio de 2016

El afán de perfección de la poesía: Juan Calzadilla




Laura Antillano



Juan Calzadilla tiene todos los  años un libro nuevo en la mano, a veces dos.

Siempre está organizando una exposición, descubriendo un pintor nuevo o descubriéndonos a todos los secretos de una obra de arte, una escultura, un cuadro, una pieza de cerámica, o un paisaje, o un poema.

A lo mejor está lanzando una frase irónica y sorprendente sobre algo que nos atañe de cerca y lo hace con tanta inteligencia y sutileza que mucha gente no sé da cuenta.

Conocemos a este Calzadilla (porque hay varios, todos brillantes y de la misma familia, pero este es como el padre generador) desde que íbamos a la escuela de Letras allá en el Zulia y siempre fue este gran poeta, este gran artista plástico y este crítico y docente de ambos lenguajes del arte.

Su acertada selección de las obras que hoy integran la exposición Volúmenes, que ha inaugurado en el Museo y tendrá un proceso de rotación de obras de tercera dimensión cada tres meses, es un buen ejemplo de los criterios de Juan Calzadilla, y su extenso conocimiento del arte contemporáneo venezolano.

Pero además, él es ese ser humano con sentido del humor, con conciencia social, con lenguajes   secretos y siempre discreto, y este ser humilde y sencillo, sin ningún aspaviento, que se mantiene cerca de los grandes acontecimientos del arte e insiste en la profundidad, la investigación, la densidad y el necesario sentido del humor para la sobrevivencia.

Este martes lo tendremos con nosotros en el Museo de Arte de Valencia, donde acostumbramos, este día de la semana llevar a cabo conversatorios y lecturas sobre temas muy disímiles, siempre alrededor de lo literario, con José Carlos De Nóbrega, y decidimos en grupo, celebrar al gran Juan Calzadilla, uno de los poetas latinoamericanos más interesantes, cuya razón fundamental es su constante renovarse, lo que lo hará siempre contemporáneo, y su capacidad incansable de encontrar siempre lo novedoso y fértil a su alrededor.

Un gran  graffitty de pared urbana, en esa zona cercana a las estaciones del metro y el Museo, y la heladería de Corccetto, podría ser un poema de Juan Calzadilla, que dice: “Por qué tanta prisa en salir a buscarlo:/ el mundo no está fuera de ti” u otro como: “¿Y quién ha dicho que la poesía no es peligrosa?”.

Con Juan celebraremos su cumpleaños, hablaremos de su obra, le escucharemos leer o decir su poesía, la de todos, porque de hecho sus palabras contienen las palabras de sus lectores.

Desde sus años de activista de El Techo de la Ballena, desde Dictado por la Jauría hasta  Editor de crepúsculos, el poeta es el mismo a partir del sentido  del encuentro con los otros.

Si bien hoy martes estará con todos en el MUVA (antiguo Ateneo), el miércoles dará una charla a los estudiantes del postgrado de Psiquiatría en Bárbula, acerca del pintor Armando Reverón. Tenemos pues, la oportunidad de disfrutar de su compañía por partida doble.

Cerremos este texto en su homenaje, con sus palabras: “El afán de perfección en poesía. -El afán de perfección queda en entredicho, desde el mismo/momento en que damos más importancia al propósito de alcanzar/la perfección, que al hecho por el cual llegamos a comprobar que/ la perfección puede reducirse, en última instancia, a su búsqueda/ misma”.(Editor de crepúsculos, p.88).

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