Carlos Yusti (a propósito del libro De lo breve de Maruja Granadillo)
En un ensayo de Octavio Paz sobre el haikú (Los signos en rotación y otros ensayos,
Alianza, Madrid 1971.) expone esa fascinación hacia la estética japonesa, tanto en la literatura como en sus costumbres y su arte. Paz distingue como dos periodos de esta singular fascinación de occidente por el Japón y en tal sentido escribe: “El primer periodo fue ante todo estético; el encuentro entre la sensibilidad occidental y el arte japonés produjo varias obras notables, lo mismo en la esfera de la pintura - el ejemplo mayor es el impresionismo - que en la del lenguaje: Yeats, Pound, Claudel, Eluard. En el segundo periodo la tonalidad ha sido menos estética y más espiritual o moral; quiero decir: no sólo nos apasionan las formas artísticas japonesas sino las corrientes religiosas, filosóficas o intelectuales de que son expresión, en especial el budismo”.
Uno puede coincidir con Paz cuando afirma que Japón antes de ser una escuela de doctrinas religiosas o filosóficas es más bien una sensibilidad, una tenue vibración espiritual que busca tocar todos los sentidos.
Esa forma poética breve denominada haikú es sin duda un chispazo intenso, pero lacónico, que busca impactar los sentidos. El libro De lo breve (Editado por Fundación Grupo Valdés, Bogotá, año 2020), de Maruja Granadillo asume el haikú desde esa exploración de lo visual. Es una mirada que explora los senderos de la interioridad, el paisaje acumulado desde la mirada. Es una peregrinación por el fragor de lo cotidiano que se vive desde adentro:
II
Dulces de pueblo
en un lugar sagrado
también sus besos.
Maruja Granadillo se apega a la fórmula del Haikú, pero no llegó a esta expresión poética por azar, sino que fue un proceso que ha pasado por la práctica consuetudinaria de las artes marciales, a un poema de Bashõ impreso en un almanaque de supermercado y unas estampas del Ukiyo-e. Pero aparte de todas estas señales sueltas e inconexas, que llevan a Maruja Granadillo a escribir haikús, es ineludible subrayar su dedicación a la pintura. Por experiencia deduzco que como pintora andará en plan de búsqueda; siempre con esa inquietud acuciante que la impulsa a buscar nuevas formas expresivas. Indagación y escudriñamiento que sin duda permite a Maruja Granadillo a tener esos ineludibles destellos iluminatorios que le mostraran la dirección a seguir en esas cuestiones estéticas distintas. “Se le prendió el bombillo”, diría algún hijo de vecina, que, en una traducción menos bizarra sería algo como ese preciso instante de iluminación y volviendo a Octavio Paz, este escribe que “por su misma naturaleza el momento de iluminación es indecible. Como el taoísmo, a quien sin duda debe mucho, Zen es una «doctrina sin palabras». Para provocar dentro del discípulo el estado propicio a la iluminación, los maestros acuden a las paradojas, al absurdo, al contrasentido y, en suma, a todas aquellas formas que tienden a destruir nuestra lógica y la perspectiva normal y limitada de las cosas. Pero la destrucción de la lógica no tiene por objeto remitirnos al caos y al absurdo sino, a través de la experiencia de lo sin sentido, descubrir un nuevo sentido. Sólo que este sentido es incomunicable por las palabras”.
Toda suerte de hechos fortuitos llevó a Maruja Granadillo al haikú y como es lógico sus breves textos tienen ese sublime toque de lo exótico y de lo sutil:
XII
Alza en vuelo
aroma de granadas
entre los dedos
En el prólogo el poeta Pedro Suárez, quien también ha escrito algunos meritorios haikús, escribe: “De lo breve ve la luz en un siglo aún joven, globalizado pero roto como el cristal de un coche estrellado contra la pared de las naderías. Un siglo que te obliga a contar los caracteres para ensayar por igual el improperio y la caricia. Bastarda manera de oponerse al sutil halago de ajustar las sílabas que sirven al haikú para sanar y celebrar”.
Para la poesía nunca los tiempos son propicios. A veces nos faltan esos fogonazos de iluminación para deslastrarnos de tanta realidad maquillada y perdida en esa palabrería anodina y chatarra que se escribe en los muros de las redes sociales.
El libro De lo breve tiene belleza, elegancia, pero sobre todo tenue labor de escritura; de esa escritura que se escribe con los dedos del corazón en el papel amarillento de los días.
Otro complemento insoslayable son las ilustraciones del libro. Pinturas y dibujos de pujante colorido y de trazos afincados de sensibilidad que reafirman la belleza de un libro escrito y que condesa la luz del mundo en pocas palabras.
XV
El arrecife
Desgastado a golpes
se desvanece
El haikú intenta darle sentido al mundo desde la palabra poética, busca fijar la vida como un tejido, como una red donde la vida del hombre está interconectada con la respiración vaporosa de la naturaleza. A veces ese hilo se rompe, pero un poema puede volver a unir lo roto, puede reelaborar ese tejido de nuevo para encontrar de alguna manera la ansiada armonía tan extraviada estos días.
XXVII
Ni una mosca
las aguas del invierno
lavan las mieles
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