El arte entre la farsa y la inutilidad
Carlos
Yusti
A
manera de burla e ironía escribí un folleto-panfleto sobre arte conceptual y
efímero. Era una especie de catálogo con obras artísticas ultracontemporáneas y allí estaba una obra conceptual-efímera a la
que titulé desierto; consistente en
algo así: Con arena bastante fina de
playa o río haga varios montoncitos distribuidos en la sala. Luego con una pala
y una brocha recolecte los montoncitos en una bolsa plástica con cierre
hermético y obsequie a los espectadores. Incluso hice un boceto torpe de la
obra.
Esto
viene a cuento debido a que mirando The
Square (el cuadrado): La farsa del arte, me encuentro con la obra en la una
de las primeras escenas la película. La comedia dirigida y escrita por Ruben Östlund
está basada en situaciones y hechos que vivió el director.
Hoy
el arte actual parece responder a la impericia en el manejo de las técnicas
artísticas más elementales, sin mencionar que un buen número de farsantes, que
contratan a una tropa de terceros para hacer las obras, se ha instalado en las
salas de museos (y galerías de arte) en el mundo para convertir la actividad
artística en una farsa cómica, pero que se reviste de mucha seriedad y pompa
para que el dinero no deje de marcar la pauta y la orientación estética.
Esta
película The Square: La farsa del arte
retoma una pregunta que ya es un cliché: ¿para
qué sirve el arte? La respuesta se lee entre líneas en la cinta y para ello
apela al absurdo cruel de la vida cotidiana y en la que el arte parece no tener
sentido en una sociedad sin justicia social o cuando se esquiva la
responsabilidad para alcanzarla. El personaje central Christian, que funge como
curador de un museo de arte contemporáneo, se ve inmerso en un conjunto de
situaciones burlescas.
La
película es como un pequeño rompecabezas en donde las piezas van presentado
momento cómicos e irónicos para desnudar no sólo ese mundo hipócrita, y a veces
ignorante, del arte, sino de la condición humana atrapada en el absurdo con una
realidad retorcida, en absoluto aséptica, compleja, plena de ajetreo y estrés tan alejada de la tranquilidad
y la serenidad que se respira en cualquier museo.
Los famosos ladrillos de Carl Andre |
A Grosso
modo la cinta narra las vicisitudes de Christian (Claes Bang) que es el curador
de arte de un museo y cuya vida se ve alterada por el robo de su celular. El autor
del robo vive en un edificio repleto de migrantes de medio oriente. Este
suceso, su relación fugaz con una periodista y la susodicha nueva exhibición,
denominada el cuadrado, que prepara
el museo, para gastar un buen dinero donado por una fundación, cuya publicidad
es una campaña viral ideada por dos alelados relacionistas públicos, se podrían
considerar como los elementos centrales de este relato que busca hacernos ver,
como lo dice el título en español, la farsa que puede ser el arte y las
personas que viven alrededor de ese tinglado irrisorio que publicita obras de
arte en realidad infames.
Hay dos
secuencias de la película que se podrían tomar como metáforas puntillosas sobre
la piratería pedante ( o ignorancia con ínfulas) del arte en la actualidad. En
una escena se ve como unos obreros con una grúa remueven una estatua ecuestre, de
seguro un personaje histórico, un tanto clásica de bronce. Por impericia la
escultura se cae y el personaje pierde la cabeza. La pieza queda prácticamente
destruida para dar paso a un cuadrado luminoso que se cincela en los adoquines
donde antes estuvo la estatua. La nueva obra vanguardista, no ejecutada por la
artista, sino por los mismos obreros que destrozaron la estatua. En la otra
escena tenemos a una periodista que le pregunta al curador sobre algo que leyó
en el sitio web del museo: “Sí. 30 y 31 de mayo. "Exhibición/No
exhibición. Una conversación vespertina que explora la dinámica... de lo
'exhibible' y la construcción de lo público... según las nociones de 'sitio' y
'no sitio' de Ruben Smithson. Del no sitio al sitio, de la no exhibición a la
exhibición, ¿Cuál es la temática de la exhibición/no exhibición... en los
momentos atestados de mega exhibición". Por supuesto al curador todo ese
galimatías lo toma desprevenido. Quizá el arte actual sea hoy sólo eso: una
jerga pomposamente incomprensible que intenta dar sustento intelectual a obras
de dudosa calidad, tanto imaginativa como creativa.
La basura de Ivan da Silva Pedantowski |
Se
puede asegurar que el arte no es lo que está en crisis, sino la espiritualidad
del hombre. El arte actual (una grieta en una sala de turbinas, un grupo de
ladrillos en el piso, avisos luminosos adosados a los muros, una ratonera
pintada en una pared, una montaña de basura en el piso, cajas de cartón en
imperfecto equilibrio, etc.) se cotiza
hoy a buen precio, pero el monto no decide si una obra es trascendente o no. De
seguro se le colocan precios estratosféricos a las obras de arte para darles alguna
sustancia de peso, pero en un mundo donde todo se compra y donde todo se vende,
como un gran perolero en un estacionamiento, ya se sabe.
Obra de Martin Creed |
Como
no coincidir con el escritor Paul Auster que escribe sobre la inutilidad del
arte: “En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos,
el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo
la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los
cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo?
Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma
inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las
demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial,
como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo.”
Hitler
quiso ser pintor, pero fue rechazado por los académicos del arte, quizás si lo
hubiesen admitido el mundo sólo se habría llenado de mamarrachos pintados por
un tal artista llamado Hitler y evitado así una guerra y el horror de la campos
de exterminio nazis. Ironías aparte en el arte actual hay mucho incompetente
haciéndose pasar por artista, mucho todero con ínfulas tratando, como dijo
Rafael Bolívar Coronado, sólo de quitarle la telaraña a las muelas. Vendo un van
Gogh a buen precio.
La famosa obra de la cinta |
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