Richard MONTENEGRO
Hacer, hacer siempre será el mejor desquite y la más hermosa
victoria.
EBN
Es típico hablar de la imponderable capacidad de
olvido de la ciudad de Valencia y por esta razón aprovechamos este espacio para
recordar que el 20 de mayo se conmemoró un año más del nacimiento del escritor
valenciano Enrique Bernardo Núñez (Valencia; 20/5/1895
– Caracas; 1/10/1964). Su
casa estuvo ubicada en la actual calle Montes de
Oca cerca de la iglesia de San Francisco, ya desaparecida como tantas otras en
Valencia. El hogar del escritor más universal que ha dado este burgo no corrió
la misma suerte que el de Pocaterra, que fue recuperado por la alcaldía.
Enrique Bernardo Núñez visto por Yusti
Sus padres fueron Enrique Núñez
Ovalles y María Isabel Rodríguez del Toro Martínez. Su tía abuela, Belén
Martínez de Piñero, le enseña a leer y a escribir. Posteriormente ingresa al
colegio Alemán, para luego pasar al colegio Requena donde funda un periódico
llamado Areópago. En 1910 culmina su bachillerato y se traslada a Caracas. En
la capital, rodeado de pobreza, va forjando su dominio sobre las letras. Se
inscribe en la UCV para estudiar Medicina, y asiste como oyente a clases de Derecho.
La falta de medios le hace abandonar los estudios en 1917. Al año siguiente publica
su novela “Sol Interior” y en 1920 se casa con Cimodocea de las Mercedes
Müller. En 1925 se traslada a Nueva Esparta invitado por el escritor Manuel
Díaz Rodríguez, y es allí donde comienza la gestación de la novela que señalará
su devenir en la literatura latinoamericana. En 1926 regresa a Caracas y no
logra encontrar ubicación en los periódicos locales, y para mantener a su
familia opta por tomar el empleo de lavador de carros siendo rechazado por
falta de experiencia. En el año 27 gracias a Santiago Key Ayala comienza su
carrera diplomática. Y en 1945 es nombrado cronista de Caracas.
Bernardo Núñez fue un escritor
polifacético que se desempeñó como cuentista, novelista, ensayista, periodista,
cronista e historiador, creando una obra de fina factura que le labró un lugar
imperecedero en las letras nacionales y universales. Con su novela “Cubagua”,
publicada en 1931 —al igual que “Las lanzas coloradas” de Arturo Úslar Pietri—
de la que circularon sólo 60 ejemplares en Venezuela, inauguró una nueva
narrativa hispanoamericana, el llamado “realismo mágico” y “Boom Latinoamericano”;
pero como suele pasar a veces, en su propia tierra le negaron el reconocimiento
debido. En 1931 la crítica venezolana saludó la aparición de esta obra con un
solemne silencio.
Podríamos decir que Núñez fue signado con la
marca de Caín de sus coterráneos, quizá debido a palabras como estas: “En
Venezuela es peligroso pensar. Lo mejor es no pensar o no expresar los propios
pensamientos”.
“En otros países no hay libertad de pensar, pero
existe un pensamiento traducido en mil expresiones vivas. En la mayor parte de
nuestros dirigentes no existe nada que se parezca a un pensamiento… ¿Cómo,
pues, van a entender ninguna idea por humilde que sea, que implique un trabajo
fecundo?”.
Qué vigentes suenan estas palabras en este 2016,
plagado de largas filas de personas tratando de adquirir productos alimenticios
básicos.
Valencia no le brindó nunca a Núñez los honores
que por derecho le pertenecían. Una excepción fue la creación del Liceo que
lleva su nombre en La Isabelica, el 19/08/1965. Un busto sin placa hace guardia
en la plazoleta del periodista, ninguno de los vecinos sabe de quién se trata.
Mientras, se le dedica una plaza enorme a Fabián de Jesús Díaz. Esta ciudad, desproporcionada
e injusta en sus homenajes, entristece. La Academia de Historia y la
Universidad de Carabobo deben de una vez por todas, tomar las acciones
pertinentes para reivindicar el papel de este valenciano universal.
El 20
de Mayo es el día del cronista venezolano.
Richard
Montenegro
Post
scriptum
Solicitamos
a la Alcaldía de Valencia y al Concejo Municipal que habiliten de una vez la
Oficina del Cronista.
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