Aprovechando el asueto de Carnaval, la inteligencia militar detuvo a Santiago Guevara, un profesor de Economía jubilado de la Universidad de Carabobo ), cuyo delito al parecer es publicar artículos de prensa donde visualiza los posibles escenarios de transición política en el país. Lo escrito por Fernando Savater es pertinente: "Toda opinión expresada crea una palestra, un espacio de debate donde se ofrece para ser cuestionada y recibir objeciones o aportes confirmatorios. La única forma aceptable de respetar una opinión es discutirla. Y “discutir”, esa bonita y esencialmente civilizadora palabra, proviene etimológicamente de un verbo que significa zarandear, sacudir, tirar con fuerza de una planta para ver si tiene raíces firmes. De modo que discutir una opinión es zarandearla y someterla a tirones para aquí y para allá, a fin de ver si está bien enraizada en la realidad o es simplemente flora superficial, bonita y aparente pero incapaz de resistir la menor ventolera argumental. No, todas las opiniones no son ni mucho menos respetables, pero todas las personas sí son respetables, opinen como opinen. No hay opiniones sagradas, pero en cambio todas las personas deben serlo".
Van algunos textos escritos por Santiago Guevara tomados de la Internet:
TRANSICIONES
Diálogos y debates necesarios
Santiago José Guevara / 21-02-2017 • 09:50
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Sí, Venezuela necesita focalizarse en la lucha contra la barbarie reinante. Eso no se discute. Excepto en la bizarra Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con su “política de conquista de espacios”. Espacios de un entorno bizarro; pero, “espacios”.
Junto a la lucha, también toca prepararse para que el mismo día de la salida del karma actual pueda iniciarse con pie firme el proceso a una democracia republicana consolidada y una economía exitosa en lo interno y lo externo. Es nuestra posición. Aunque casi nadie la plantea.
Los “viudos” del pasado pospuntofijista (el lapso desde el primer gobierno de Caldera hasta la llegada de Chávez) querrán volver a lo suyo: caudillos, cúpulas, rentismo y prebendarismo. Los liberales propondrán su menú liberalizador, ojalá que con reconocimiento de sus exigencias y restricciones. Y los transicionalistas insistiremos en el proceso mencionado en el párrafo anterior.
Liberales y transicionalistas tienen una extensa lista de fines comunes y una nítida diferencia con el caudillismo y las cúpulas rentistas y prebendarías. Eso me dice, en principio, que los dos primeros deberían dialogar alrededor de los principales temas de gestión de un eventual nuevo gobierno democrático. Pero, también me dice que ambos tienen un exigente reto por delante en el debate sobre la inconveniencia del regreso al pasado político.
Sin soporte numérico a la mano, puedo, sin embargo, asegurar que ese regreso al pasado tiene la “pole position” en una eventual recuperación de la libertad y de los procesos democráticos. Las políticas tradicional y carismática, el caudillismo, los cogollos (cúpulas) y el prebendarismo tienen la fuerza de la inercia. Venezuela ha sido así por mucho tiempo. Y aún en la discusión política actual –muy pobre, por cierto- imperan criterios y factores de poder a favor de un sistema político con esas características.
Eso hace más necesario el diálogo entre liberales, transicionalistas y otros sectores de opinión e intereses favorables al buen posicionamiento político y económico de Venezuela. En lo institucional, tanto para lo uno, como para lo otro, hay retos de altísimo interés, que podrían permitir no solo logros en el plano de la estrategia, sino que deberían permitir ganancias de opinión y políticas a sus impulsores. Un ejemplo es el de una política industrial, en los términos en los cuales la hemos planteado en nuestros artículos del año pasado. Interesa a los sectores políticos de vanguardia; pero, también a sectores empresariales, comerciales, países potencialmente beneficiados, etc.
Ejemplos de temas de gestión los hay en las ocho esferas que hemos referido. Opino, con respeto a los que prefieren moverse en el plano de la ideología y no el de la gestión, que la ventaja neta en opinión y en política la otorga la demostración de la capacidad para gobernar. Una cosa es aspirar el cielo y otra, muy diferente, saber alcanzarlo.
En definitiva, con independencia del drama actual y su exigencia de lucha, la política venezolana llama al diálogo entre afines y cercanos y al debate con los contrarios. El régimen nos lleva ventaja en eso. Y en el mundo opositor, la tienen los partidarios del viejo statu quo. Toca activarse.
Santiago José Guevara García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
Transiciones
De Goya a la sana Prospectiva
Santiago José Guevara / 09-02-2017 • 09:32
Goya los inmortalizó en el “Motín de Esquilache”. Ha habido teatro y cine español sobre el tema. La Historia Económica los identifica como “Motines de Subsistencia” o “Motines del Pan”. Ya referimos, en el artículo anterior, que el Nobel de Economía antillano Lewis los asociaba a bajas rotundas del PIB. Y aparecen en nuestro último Juego de Escenarios –ejercicio del campo de la Prospectiva- en el caso venezolano actual. Venezuela podría estar frente a un subescenario que hemos denominado de “Inestabilidad Explosiva”.
A mediados del año pasado aparecía como “Escenario Pesimista”, que se denominó “Venezuela en el Abismo”, y refería “Violencia, enfrentamientos, caos, entropía, costos sociales altos, incertidumbre” y otros descriptores en nuestro “Juego Prospectivo Sencillo sobre Escenarios Políticos”.
Lo cierto es que figura como una posibilidad dentro del muy deteriorado -y en vías de mayor mengua- escenario económico, social y político venezolano. Pero, no figura solo. Aparece junto a otro subescenario “malo”, que hemos llamado “Cubanización agravada”, una progresiva convergencia con los descriptores de la Cuba castrista, agravada por la circunstancia de que se haría bajo la égida y con el componente de la exacción continua de la dictadura antillana y otros factores de poder mundial del campo del neocomunismo y socios.
En el escenario “bueno” figuran tres subescenarios transicionales, de los cuales referiremos dos: “Una Transición a la Democracia y el Mercado”, el cual consiste en el cambio político a una progresiva reinstitucionalización política y económica, que permita un avance firme a una consolidación democrática y una economía exitosa. Junto con ése, “Una transición Económica”.
En este otro, el cambio sería solo económico; pues, no implicaría un cambio político. El escenario chino, para simplificar. Está documentado por la historia que países de la orientación del gobierno nacional han logrado una economía exitosa y mantenido el mismo régimen político. Requiere condiciones y procesos precisos; pero, se han dado.
Lo más interesante del extenso análisis es que muestra que las opciones nacionales se polarizan. Ya no hay tres derroteros, sino dos. O la profundización a la radicalización totalitaria, tan mencionada y anunciada por los más altos niveles del régimen imperante, o una ruptura con el modelo. Esa ruptura se ocasionaría, precisamente por lo anotado respecto a los riesgos de inestabilidad y explosividad.
Se llega a mencionar que se podría (¿o debería?) asentar que a mayor riesgo de explosividad, mayor es la posibilidad de esa ruptura. Aunque en el artículo anterior mencionamos los factores de naturaleza política, militar, ideológica y discursiva que podrían ubicarse entre el deterioro económico y social y un motín de la naturaleza de los referidos en el primer párrafo. Pero, quedan en el campo de la conjetura.
Venezuela, como repetido por nosotros y la Universidad de Carabobo, se retuerce entre escenarios buenos y malos. El buen diagnóstico y el cálculo de diversos –la primacía la tiene el régimen- dirá cuál sea el derrotero. Yo me ahorraría riesgos. Pero, no soy quién para decidir.
* Santiago José Guevara García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
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A dios rogando y con el mazo dando
DESDE MI TORRE
Santiago J. Guevara García
1) No ha pasado por mis ojos u oídos una explicación válida de la situación nacional que no sea en términos de un complejo y difícil conflicto, surgido de la contradicción irresoluble de proyectos opuestos de sociedad (tiranía comunistoide Vs. democracia), la presencia de intereses bastardos en una mediocre dirección política (corrupción y rentismo) y la beligerancia de sectores de nula importancia política en la vida institucional moderna (fuerzas armadas, lumpenproletariado y delincuencia).
En Venezuela no hay una democracia cabal. Tampoco aplican las metáforas del dilema, la negociación o la suma positiva. El juego está trancado. Teóricamente hay dos únicas salidas: la violenta y la confluencia decisiva entre moderados de parte y parte. Evidentemente, ambas sin Chávez.
2) Nosotros mismos hemos propulsado una interpretación de la precisa situación actual, en términos de un cambio en las condiciones de comportamiento de largo plazo del conflicto: la inflexión resultante del 15F se le agotó al régimen y el rechazo a partidos y elecciones marca las posibilidades del juego electoral para los sectores democráticos. Ni la radicalización tiránica de ropaje comunista ni la vía comicial garantizan ganancias relevantes a sus propulsores.
3) Pero ninguno de ellos dispone de la nueva estrategia específica. Chávez y su “sala” saben que sólo les queda la violencia abierta, pero que puede revertírseles; la política partidista se sabe confinada a aspirar a migajas electorales concedidas por el régimen, pero no a desplazarlo o comprometerlo; y la amplia sociedad democrática -la de mejor posición estratégica a largo plazo, por los riesgos y agotamiento de las otras- tiene que debatirse entre la insurrección social y la conformación de un perentorio nuevo “bloque histórico” dominado por los moderados de parte y parte. O ambas.
4) Más acá de Lenin y Gramsci -esa aproximación a la política, mas no su ideología y discurso, sigue siendo la mejor metáfora práctica- exige al debate dos tiempos y dos dimensiones: respecto a lo primero, cómo aprovechar las condiciones objetivas actuales y cómo organizar la nueva sociedad; respecto a lo segundo, cómo combinar, democráticamente, violencia institucional legítima e “ideología”.
Lo anterior significa que son al menos cuatro los retos de una política democrática para el momento: 1º) salir de Chávez (es una aspiración legítima, propiciada por él mismo, con su inviabilidad); 2º) cómo revestirse de un Proyecto Nacional sustitutivo; 3º) cómo garantizar la paz, la seguridad y la estabilidad durante la transición y el relanzamiento nacional, y 4º) cómo enamorar y empoderar el alma nacional para la reconstrucción.
Así que no me vengan con el fraude conceptual de que la solución es buscar “un líder” o “un candidato”. No se trata de buscar a Dios por las orillas, por la sencilla razón de que nos las robaron. Se trata de construir la iglesia completa. O seguirá Chávez, no por sus méritos, sino por nuestros errores.
5) Aplicando la lupa al momento actual, para procurar las agendas micro (me lo pide un empresario amigo), resulta clara la imperiosidad de una actuación tipo “tenaza”: aprovechar el impasse (visto como pausa) para exigir un repliegue del régimen a concesiones a productores, consumidores y ciudadanos; pero, también, arrancar en la construcción de la nueva historia.
“Lo cortés no quita lo valiente”: Chávez tiene que conceder o se le complica la vida. O mejor aún, “a Dios rogando y con el mazo dando”: aprovechar lo aprovechable del momento, para lo inmediato; pero construyendo nuestra propia opción sustitutiva.
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La larga historia de paquetes chavistas
Septiembre 16, 2009
DESDE MI TORRE
Santiago J. Guevara García
1) ¿Son o no un muy, pero muy largo paquete económico la historia de más de una década de conchupancia con la banca cómplice (léase el punto 5); el viejo cuento de la alta inflación; la informalización del empleo; la destrucción de la agricultura permanente y la industria; los últimos lugares mundiales en facilidades para producir, clima de inversión, competitividad y probidad en la cosa pública; la entrega progresiva a Cuba; los negocios con la millonaria pareja presidencial argentina; los gallineros verticales; las rutas de la empanada; las cooperativas; las empresas nacionalizadas; los fundos zamoranos; el iluso “desarrollo endógeno”; el central azucarero de Barinas; el Complejo Ezequiel Zamora de El Baúl; los diversos planes de ajuste explícitos o subrepticios; etc., etc.? (Que conste que hay un largo etcétera).
2) Hemos insistido ante nuestros pares del mundo democrático sobre la relevancia política de la agenda económica. La hemos analizado día a día. Hicimos entrega a buena parte del corro político y abrimos dos blogs y un Grupo Facebook de aportes relacionados con nuestro “Plan Especial Anti Crisis”. Disponemos de un “Proyecto de País”. En lo local propusimos -y seguimos trabajando- en una “Visión de Futuro para Carabobo”. Nos hemos ocupado de la economía local porteña y otro largo etcétera.
Pero, nada. La política democrática venezolana discurre alrededor del negocito de unos cuantos vivos con los padrones y las movilizaciones electorales, una que otra marcha sin estrategia válida, mucho “pescueceo” (fotos y más fotos en los medios), un salvaje “quítate tú, pa’ ponerme yo” y ninguna agenda.
3) En enero de este año escribíamos en nuestra columna semanal española: “la agenda económica que nos choca en la cara es altamente prioritaria. Mientras tanto, los sectores democráticos siempre vamos por detrás del régimen, en la trampa de su agenda política. No puede ser, pensado estratégicamente, que siempre estemos alineados con Chávez y su claque en el día a día de la agenda política nacional. Nosotros, los muy diversos agentes de la sociedad democrática nacional, debemos marcar la impronta de poner en la agenda política nacional los temas que consideramos de nuestro interés estratégico. Pero, además, aquéllos en los cuales tenemos claras ventajas comparativas respecto al régimen”.
4) Sobre lo que ocurriría este año, en el mismo artículo anticipábamos exactamente lo que ha venido ocurriendo: “El entorno económico amplio de este año se nos muestra altamente preocupante en cualquier escenario que se mire: una drástica caída del crecimiento, la desaparición de la situación boyante de gasto público y liquidez permitida por los precios altos del petróleo (que –hay que decirlo- ha sido la única fortaleza económica del país en los últimos años), un escenario de mediana a alta probabilidad de ajuste cambiario, la persistencia o recrudecimiento de la inflación, un presupuesto de divisas para importaciones seriamente afectado por los ingresos corrientes previstos, alzas impositivas, etc.”
5) Todo lo anterior implica no sólo daños al bien económico más sagrado a las familias: el bienestar; sino el diferimiento o anulación de su probable solución.
Es una historia que se ha mantenido así desde el arranque mismo del gobierno chavista. Mi fallecido amigo Diego Salazar, miembro de lo que llamaban el CTN del MVR, me solicitó en 1.999 realizar una evaluación independiente del primer año de gobierno de Chávez. El capítulo en el cual me ocupo de la política económica comenzaba con el largo párrafo que sigue.
“La política económica -y también la social- han estado en un equívoco permanente. Los ejecutores de la política económica -fundamentalmente el Ministro de Finanzas- podrían incluso ser acusados de “crimen de lesa patria”, en la medida que han sacrificado el interés nacional en beneficio de los sectores bancarios del país: la decisión expresa del gabinete ejecutivo de privilegiar el financiamiento interno del déficit -a tasas iniciales de cerca del 22 %, cuando en los mercados de capitales de Nueva York o Londres se podía obtener tasas entre el 5,5 y el 8 %- es sencillamente una triste demostración o de lo poco profesional del manejo de las finanzas públicas o de la ya tradicional connivencia entre gobierno y banca para la obtención de privilegios indebidos al costo del sacrificio de las mayorías. Pero, además, también de lo precario del establecimiento de responsabilidades administrativas a los funcionarios públicos que actúan con perjuicio al interés común. Y ése no ha sido el único problema: el lamentable acuerdo Gobierno-SUDEBAN-Banca, que otorgó reducciones de costos y nuevas fuentes de ingresos a la banca nacional a cambio de nada es otro hecho demostrativo de lo errado de la política oficial. Agréguese a ello a situación de minusvalía del Banco Central de Venezuela, la “política monetaria” basada en bonos de deuda pública y letras del tesoro, que no tienen ningún efecto restrictivo sobre la monetización, y que no han producido mayores efectos inflacionarios en razón de la descomunal caída de la demanda efectiva interna, son otras demostraciones de la inefectividad en la esfera de la política económica”.
6) Vendría otra época mucho peor, del 2.001 al 2.004. Las cifras de hundimiento de la economía real son un fantasma en la memoria de todos. Eran los tiempos del fulano submarino del macondiano Jorge Giordani. Fueron años de una inmensa irresponsabilidad y liviandad en la conducción del régimen.
7) Faltaba un largo trecho para que las misiones y el dinero puesto a circular crearan la ilusión de un país de oportunidades. Se avecinaban los buenos tiempos de la boliburguesía, importadores, “empresarios” aprovechadores y otras especies. Con la guinda del coctel de los chulos de la ALBA.
El crecimiento inducido por la demanda (había dinero de la renta petrolera para gastar) y el agravamiento de las imperfecciones de los mercados (cada vez menos competencia efectiva y, por tanto, altos márgenes de negocios, por el poder de monopolio) definieron los dos grandes factores explicativos del modelo de crecimiento chavista: liquidez y cómodo poder de mercado. Fueron los veintitantos trimestres de supuesto crecimiento modelo de los cuales se ufanaba el régimen. Modelo con pies de barro, como hemos venido descubriendo incluso desde antes de la crisis. No sólo el modelo, sino también la clara negligencia del equipo económico y, ¡terca que es la realidad!, la más que evidente exposición frente a la crisis global.
8) Desde antes de la ya imposible negación de la crisis externa, el gobierno nacional ha estado actuando en plan de ajuste macroeconómico regresivo. La revisión sólo desde el año pasado, nos muestra un permanente apretar de tuercas. En febrero 2.008 fueron ajustes de precios a alimentos regulados, alzas de intereses y racionamiento de divisas. Un lunes de ese mes, El Universal, tituló en primera plana: “Cercado por el desequilibrio el Gobierno aplica su ajuste”. Abril fue la oficialización del llamado “dólar permuta”, forma inteligente de devaluación -a ratos por sobre el 300%-, que se concretó en una operación bursátil de títulos “en dólares de los Estados Unidos de América”, junto con el anuncio del staff económico de Chávez sobre el fin de dólares baratos para automóviles y alimentos. Septiembre mostró la debacle del financiamiento a las misiones y la crisis del sector hospitalario público. Diciembre y enero fueron de malas noticias para viajeros e importadores. Marzo, las y que medidas anti crisis: una “raqueta” más a la maltrecha economía privada. Y ahora se nos anuncia un nuevo paquete.
9) Nuestra opinión ya la hemos emitido. Un impuesto a las transacciones cambiarias es la peor opción. El “timing” de una eventual emisión de bonos para permuta se dejó pasar y ahora impactará mucho más fuerte los precios. Aumentar las exacciones a las transacciones financieras es también inflacionario. El alza de la gasolina llegaría en un pésimo momento ante la perspectiva de un recalentamiento de la calle en septiembre y octubre. O sea…
10) Miguelito Rodríguez, súper ministro del arranque del segundo gobierno de CAP, aplicó en 1.989 un paquete económico incompleto y se quedó para siempre “Paquetico”. Chávez tiene once años aplicando un súper paquete chileno, suelta que viene uno nuevo y nadie lo ha apodado aún. “Paquetón cubano”, podría ser. ¡Con chulos de varias nacionalidades incluidos, señores! ¡Cosa más grande, ché!
LA NECESARIA POLITIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE LO ECONÓMICO
Siendo la economía una de las áreas de peor desempeño gubernamental; no es, sin embargo, el objeto de un seguimiento sistemático, análisis, plena comprensión, crítica, propuestas alternativas, desarrollo de estrategias de superación, discusión de modelos, etc., de parte de los expertos en el área y -peor aún- de la dirección política opositora.
La consecuencia: el ciudadano de a pie no dispone de elementos cabales para el abordaje de una estrategia de solución integral a los profundos problemas que se plantean en tan esencial esfera.
La realidad de la existencia de un conflicto económico nacional -así es cómo debe ser aprehendida la situación actual-, las debilidades del modelo manejado por el régimen y la imperiosidad de una propuesta alternativa deberían ser el objeto de un trabajo permanente y sistemático de la intelligentsia económica democrática.
Cómo responder en el conflicto, opciones frente a los desafueros gubernamentales y demostración de superioridad en la propuesta económica deberían ser cometidos de la sociedad democrática. Creemos en la conveniencia de un “shadow cabinet” al estilo británico. La economía no es un tema de sobremesas ni de “pescueceos”. Tampoco de improvisaciones. La política democrática debe ser asunto serio.
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